Cartas relacionadas nº5 con Sin rodeos—17ª parte: LA DELGADEZ NO ESTÁ DE MODA

April 14, 2006

Table of Contents

(CM 3591, BN 1172)

DF/MM/MC Febrero 2006

El hombre mira lo que está delante de sus ojos 2ª parte

CM 3125:44-80, BN 736

44. (Mamá:) Ya que estamos hablando de la belleza y de procurar tener un aspecto agradable y atractivo al vestirnos, maquillarnos y todo eso (me dirijo principalmente a las chicas), quisiera hablar del otro extremo: de tratar de verse demasiado bien o darle una importancia excesiva al asunto. Quizás algunas de ustedes piensen que por mucho que se esfuercen nunca quedan lo suficientemente bien, que nunca están muy atractivas. Pero a lo mejor eso se debe a que los del sexo opuesto no les dicen tanto como deberían lo hermosas que son en realidad. O quizás es que ustedes han llegado al punto de preocuparse tanto por su apariencia que por muy bien que se vean no les parece suficiente. Eso puede convertirse en un problema tremendo, y ha habido chicas de la Familia que se han obsesionado tanto con su figura y su peso que dejaron de comer por completo a fin de estar más delgadas y poder ponerse ropa de tallas más chicas, ¡pues tenían la falsa idea de que estaban gordas!

45. Para la mayoría de las mujeres‚ sobre todo a medida que entramos en años, es bastante normal preocuparnos un poco si las caderas o los muslos se nos empiezan a ensanchar. No tiene nada de malo que procuremos hacer ejercicio enérgico todos los días y que evitemos comer muchas comidas grasosas si nos damos cuenta de que aumentamos de peso con facilidad; de hecho, es una buena idea. No obstante, si se comienzan a preocupar demasiado por el asunto, sobre todo si son adolescentes o adultas jóvenes, puede llegar a ser peligroso y una carga en vez de una bendición.

46. Por supuesto, también hay chicas que por naturaleza son más rellenitas y pasan batallas por sentirse gordas; no porque tengan una percepción falsa de sí mismas, sino porque en efecto son más anchas que otras. Todas somos distintas, y no tiene nada de malo que algunas sean un poco más gruesas que las demás, si así es como las hizo el Señor. Asimismo, está bien que traten de mantenerse en forma y saludables, alimentándose de forma atinada y haciendo ejercicio. Pero cuando se convierte en una preocupación tan grande que no se piensa en otra cosa, ¡se vuelve un trastorno y hasta puede ser peligroso! Es más, si dejan de comer como es debido y se saltan muchas comidas intentando a la desesperada estar delgadas y esbeltas, ¡podría costarles la salud y hasta la vida! O si más tarde descubren que están embarazadas, podría provocarles un aborto, o afectar gravemente la salud, fortaleza e inteligencia del bebé.

47. Por otra parte, puede que haya chicas que de verdad tengan varios kilos de más, que deben ser cuidadosas con lo que comen y hacer más ejercicio enérgico a fin de volver a tener un peso saludable. Para ellas no es algo imaginario, sino un verdadero problema que se esfuerzan por superar. Dios las bendiga.

48. Ya que algunas de ustedes han hecho dieta de manera exagerada con el fin de adelgazar y estar esbeltas, me pareció que podría interesarles el siguiente mensaje del más allá. Es de una cristiana nacida de nuevo llamada Mary Kemper que era anoréxica. Nos cuenta lo que le pasó y la razón de su enfermedad, que la llevó prematuramente a la tumba. Si bien no creo que muchas de ustedes estén tan obsesionadas como esa chica con la belleza y su aspecto físico, puede que esta advertencia sobre las posibles consecuencias a largo plazo les sirva de ayuda para resistir ese ataque del Enemigo con el que pretende impedir que le sean útiles al Señor.

49. (Mary Kemper: ) Dicen que la hermosura es superficial. ¿Habían oído eso? Muchos saben que la auténtica belleza se encuentra en nuestro interior y no en el exterior. La belleza auténtica, la que da el Señor, va mucho más allá que nuestro caparazón. Esa belleza es verdadera, perdurable, profunda y eterna. La auténtica belleza es mucho más profunda que lo que se ve. Aunque muchas personas son conscientes de ello‚ lamentablemente toman muchas decisiones en cuanto a su apariencia basándose en el encanto superficial y no en la auténtica hermosura interior.

50. Una cosa es cuidar el cuerpo, acatar las normas naturales que estableció Dios para gozar de buena salud y tener una apariencia pulcra, presentable y agradable. No tiene nada de malo tener buen aspecto. Sin embargo, hoy día a algunos se les pasa la mano. Las personas se fijan mucho en las apariencias y se van a extremos para modificar su aspecto, sólo para verse -en su opinión– más atractivas. En la actualidad la gente se ha desmandado; tanto así que en algunos sitios la nueva moda es hacerse cirugía plástica, teñirse una parte del cuerpo, cortársela, meterla para adentro, engrandecerla, empequeñecerla, ¡de todo! ¡Algunos lo hacen como si nada! Es horroroso, porque esos ajustes e intentos de embellecer su carne tienen como propósito destruirla. El Diablo es sumamente inteligente y les hace pensar que es la moda y la nueva onda.

51. Si tan sólo supieran cómo los ve Jesús, ¡no se les ocurriría ponerse a jugar con su cuerpo! Es bueno dedicar una medida normal de atención al cuerpo, disfrutar de buena salud y estar en forma. Sin embargo, ¡alterar el cuerpo y querer cambiar ciertas partes sin necesidad es harina de otro costal!

52. La belleza auténtica va más allá de lo superficial. Todos esos métodos modernos y sofisticados para llegar a tener una apariencia determinada son sumamente peligrosos. En general, la moda tiene un solo propósito: acabar con ustedes. Tengan cuidado con la moda. Es posible que los despoje de su pasión: la pasión del amor, la pasión por el Señor ¡y la pasión de ir en busca de los perdidos y brindarles amor‚ cueste lo que cueste! Cuando alguien se mete tanto en todos esos rollos para mejorar su imagen y se empapa y se obsesiona con la moda y con llegar a tener una apariencia falsa‚ ¡puede ir empeorando hasta que llega un momento en que sólo piensa en eso!

53. A menos que uno lo detenga a tiempo, en su interior se inicia un proceso que lo vuelve desmedidamente preocupado por sí mismo y por cómo se le ve por fuera. Es un proceso de exterminio, y el blanco de ese ataque son ustedes. ¡El Diablo quiere acabar con ustedes! Quiere eliminar su verdadera belleza y así evitar que resplandezcan y ayuden a los demás. Con todas esas falsificaciones pretende dañar su cuerpo, a la vez que les induce a creer que lo que hacen es mejorarlo. Transmite esas imágenes falsas e ideas erróneas para que caigan en su trampa, hasta que lleguen a un punto en que no pueden dar marcha atrás.

54. Lo físico y lo espiritual están muy vinculados. La belleza física es superficial, pero con frecuencia ese atractivo físico es alterado desde el interior. Por eso, es importante hacer todo lo posible por cuidar bien el cuerpo. La apariencia física puede hacer que resplandezcan‚ que brillen; o bien puede ser fea, demacrada y consumida. Lo espiritual afecta lo físico en mayor medida de lo que muchos piensan.

55. Yo no me percaté de ello hasta que llegué al Cielo. Por eso les hablo ahora. Espero que aprendan de mis experiencias. A lo mejor piensan: «¡Cirugía plástica e implantes en los pechos! ¡Yo jamás llegaría a tal extremo! ¡Por favor! No soy tan tonta.» Quizá tengan razón, y la verdad es que espero que nunca lleguen a hacerlo. De todos modos‚ deben darse cuenta de que es una realidad. A su alrededor hay tentaciones, trampas y señuelos para engatusarlas si se descuidan.

56. Están por todas partes y se manifiestan de tantas formas que ustedes ni se dan cuenta: en la publicidad, en las revistas de modas, en los periódicos, en la gente que aparece en las películas o en la televisión. Todo eso tiene por finalidad influir en su forma de pensar‚ condicionarlos mentalmente y acabar con ustedes: las estrellas de cine, los héroes del deporte, los músicos y los astros del rock, la bellísima chica que se ve en los grandes carteles publicitarios o el monumento de hombre que sale en un comercial. La belleza de algunos es verdadera, Dios los creó así; pero muchos tienen una imagen falsa, poco realista, sintética y artificial.

57. Cuando ustedes lleguen a este lado, las verán como verdaderamente son, tal como Dios las hizo, se verá lo bonitas que realmente son. Aquí todos son como Dios los hizo‚ y en eso consiste la auténtica belleza. Sólo resplandecerá la forma en que Dios las creó, porque por algo nos hizo de determinada manera.

58. A cada persona Dios la diseñó de una manera única. ¿No les parece que la vida sería aburrida si todos fueran iguales? Es verdad que algunas personas engordan o adelgazan mucho por la clase de vida que llevan, o porque tienen costumbres contrarias a los principios divinos, o porque no viven bien. Pero si cada persona viviera bien, comiera bien, hiciera suficiente ejercicio y siguiera la verdad‚ la Palabra de Dios, si todos se guiaran por las instrucciones del manual preparado por su Hacedor, en ese caso incluso en la Tierra serían atractivos‚ tal como Dios los hizo y quería que fueran. A Dios le gusta la variedad. Él es el Creador. Él diseñó todas las formas‚ tamaños y colores de la gente; a los altos y a los bajos, a los corpulentos y a los delgados, a los negros‚ los blancos, los amarillos y los pieles rojas. Para Él, todos son atractivos.

59. Jamás llegué a los extremos a los que ha ido la gente de hoy en día. Nunca me operé la nariz ni me rellené los pechos. Ni siquiera me teñí el pelo. Soy culpable, sin embargo, de algo mucho peor. ¡Me maté de hambre!

60. Todo comenzó por esas ideas de la moda que se me metieron en la cabeza. En un principio parecía algo inofensivo, y no tuve suficiente cordura para apartarme de ello. Fue en aumento hasta convertirse en un círculo vicioso. No hubo forma de dar marcha atrás, y todo por culpa de mi orgullo, mi falta de sumisión y mi negativa a recibir ayuda, mi rechazo a admitir que estaba equivocada. Al cabo de un tiempo endurecí mi corazón. Presté atención a voces a las que no debí haber escuchado, a espíritus que me descarriaron, y emprendí un camino largo y difícil.

61. La verdad es que no estaba excedida de peso, aunque reconozco que en ocasiones lo estuve. De vez en cuando me daba una comilona de caramelos, y luego me venía bien ponerme a régimen y bajar unos cuantos kilos, digamos de 3 a 5. En los primeros años de mi adolescencia algunas veces me excedí y comí demasiados dulces: pasteles, tartas, rosquillas rellenas de mermelada, helados y -¡ah qué rico!- ¡caramelos! ¡Me encantaban los caramelos! Sí‚ claro, ¡la verdad es que a veces me venía bien bajar unos cuantos kilos!

62. De todos modos, mis comilonas de postres y caramelos fueron relativamente pocas. No podía permitirme esos excesos con frecuencia. En mi adolescencia casi siempre estuve bien de peso, pues era bastante activa. Tenía una constitución media. No era muy alta -medía 1,65 m- y mi peso oscilaba entre los 52 y 57 kilos.

63. Sally –mi mejor amiga- y yo no nos parecíamos en nada. Ella era alta y delgada. Los chicos la llamaban flaca. Sally era así, no porque no comiera. Es más‚ ¡tenía un hambre canina! De hecho, se comía todos esos deliciosos caramelos que a mí se me antojaban tanto y no engordaba ni un kilo. Siempre me pareció injusto. El cuerpo de Sally y el mío eran distintos. Ella era alta y esbelta, y yo más bajita, más redondita; ¡desde luego tenía más volumen en las posaderas!

64. ¿Alguna vez oyeron hablar de una modelo que se llamaba Twiggy? Era muy famosa cuando yo iba al colegio. El look a la Twiggy estaba en boga. En aquel entonces yo no sabía tanto como ahora. No sabía que el Diablo utiliza la moda de esa manera. Él tiene un propósito cuando crea nuevas tendencias; junto con la moda envía su forma de pensar.

65. La moda es un medio por el cual el Diablo proyecta imágenes falsas en forma de un look o estilo determinado. Procura moldear los pensamientos de los que no están al tanto de sus maquinaciones. Sus imágenes comunican ciertos esquemas de pensamiento, los cuales impulsan a la gente a actuar o pensar de cierta manera, o a procurar alcanzar algo, un look determinado, o cierta sensación. Todo de una manera muy sutil, pero a la vez muy real.

66. En aquella época, Twiggy era de lo más famosa, y Sally -mi mejor amiga- sin duda se veía mucho más a la moda que yo. Pensé que no me vendría mal bajar unos cuantos kilitos para verme más a la moda. El estilo Twiggy se veía en todas partes: en los carteles publicitarios, en la televisión, en las películas, aparte que todos los días veía a mi amiga Sally... Así que me dije: «¿Por qué no?» Además, siempre había querido reducir mi trasero y mis muslos.

67. Para lucir a la moda, se me ocurrió la brillante idea de dejar de comer por un tiempo. Así rápidamente podría deshacerme de esos kilitos que me sobraban. También estaba de moda imponerse un régimen muy estricto para adelgazar en poco tiempo, y a mí me interesaba mucho lograr resultados rápidos. Así que sencillamente dejé de comer. En aquel momento ni se me ocurrió pensar en los efectos que ello podía tener a largo plazo. Lo que yo quería era ponerme ropa de una talla más pequeña y meter mi trasero y mis muslos en un par de pantalones que me encantaban, de esos muy ajustados. Jamás me detuve a pensar en lo que le estaba haciendo a mi cuerpo por dentro; me interesaban los resultados externos.

68. Empecé a saltarme comidas. En un principio fue algo muy sutil, muy gradual. El Diablo es astuto. Progresivamente me fue convenciendo de que me saltara más comidas, y cada vez me acostumbraba más a eso: podía estar mucho tiempo sin comer. Lo curioso es que no extrañaba mucho la comida, porque me sometí a una fuerza que me empujaba en esa dirección.

69. Al cabo de un tiempo, una como que pierde la sensibilidad, o por lo menos cree que ya no siente nada. El estómago se achica, y uno casi no lo siente. No se ve lo que pasa por dentro, en el cuerpo, hasta que ya no hay remedio. A partir de aquel momento fui cuesta abajo hasta convertirme en una anoréxica perdida.

70. No era una experta en materia de alimentación y salud, pero en mi interior algo me decía que era un error abusar de mi cuerpo dejando de comer. Pero me impulsaba el deseo de verme a la moda, y mientras más sucumbía a ese deseo, menos escuchaba la voz de la conciencia.

71. Jamás tuve la intención de dejar de comer para siempre. Nunca quise suicidarme. Es más, ni se me cruzó por la mente. En un principio, todo lo que me interesaba era verme de cierta manera. De primeras parecía algo inocente. Mi punto de referencia, sin embargo‚ estaba de lo más equivocado, y eso me descaminó totalmente. Por todos lados me bombardeaban con ideas erróneas, y me las tragué todas. Hasta comencé a pensar que estaba gorda, y la verdad es que nunca lo fui. Pensaba que tenía que parecerme a determinada persona, en vez de aceptarme tal como era, como Dios me creó.

72. Como tenía la visión nublada, me convencí de que era una gorda‚ de que mi peso era excesivo, y quise ser flaca. Mientras más bajaba de peso, más quería adelgazar. Mis amigos y familiares, que me querían mucho, insistían en que comiera; mas no hice caso de sus buenas intenciones. Yo no veía la situación como ellos‚ porque estaba ciega. Me miraba al espejo y -no les miento- pensaba que todavía estaba gorda. Es que no me veía como era en realidad. Lo que veía era una imagen que tenía fija en la mente, la imagen de cómo –en mi opinión- tenía que llegar a ser: ¡flaca!

73. Cuando uno no acepta la verdad, recibe un poder engañoso y termina creyendo algo que es mentira. No acepté la verdad que me daba Jesús, la verdad de que Él me había creado de la forma que quería que fuera. Como me rebelé y no hice caso de las leyes naturales establecidas por Dios, acepté un poder engañoso. Cada vez que me paraba junto al espejo, eso era lo que me llegaba, un poder engañoso. Cuando uno se resiste a la verdad, ésta deja de tener efecto en él. Eso fue precisamente lo que me sucedió. Rechacé la verdad de Dios y acepté las mentiras de Satanás.

74. Me tragué una mentira, ¡la mentira de que era gorda! ¿Gorda? ¿Según qué criterio? Lo que yo veía era la belleza del Diablo. Escuché sus mentiras y me dejé engañar hasta convertirme en un ser esquelético, deforme, que daba lástima. No era sino un cascarón vacío, una persona angustiada, de ojos hundidos y mirada vacía. Esa es la belleza de Satanás. Me dejé engañar, y pensé que la fealdad de Satanás era aceptable. Mis ojos no tenían chispa; estaban vacíos, tenebrosos‚ vidriosos. Me hallaba en el lamentable estado que ofrece Satanás. Quedé vacía, pálida‚ exhausta, agotada. Me consumí, y en silencio pasé al mundo de los espíritus antes de que llegara mi hora. Mary Kemper, fallecida a los 17 años. ¡Qué triste historia!

75. ¿Saben lo que significa la palabra anorexia? Es posible que para ustedes no signifique nada. Sin embargo, tengan cuidado. El término viene de su autor, Orexis. Él no se anda con chiquitas. Así como Oplexicón pretende detener el flujo de las Palabras de vida, Orexis -su compañero- procura detener el flujo que alimenta y mantiene vivo el cuerpo de ustedes. Orexis se esfuerza por impedir que entren en su cuerpo el combustible y los nutrientes que les hacen falta para permanecer con vida y tener un cuerpo vigoroso y lleno de energías. Orexis procura matarlas de hambre, acabar con ustedes y con su utilidad‚ a fin de que no puedan ayudar a los demás.

76. Mi vida podría haber sido distinta. Podrían haberme ayudado, podría haberme librado de esa enfermedad, la anorexia. Podría haber vivido más tiempo en la Tierra y haber ayudado a los demás, en vez de ser fuente de gran dolor y sufrimiento. Sin embargo, opté tercamente por dar oídos a malas voces. Escuché las mentiras de Orexis. Di cabida a las voces de las tinieblas. Cedí, no opuse resistencia. No le pedí a Jesús que me ayudara. Él podría haberme ayudado. Lo habría hecho.

77. ¡No permitan que les suceda lo mismo a ustedes! Recuerden que Dios las hizo tal como son, y Él no es autor de extremos. Si eres delgadita pero comes lo suficiente, tus comidas son equilibradas y le das suficiente combustible a tu cuerpo, no te preocupes si estás un poquito delgada. Si eres un poco redondita pero sigues una dieta equilibrada, procuras no comer grasas‚ bombones ni alimentos aceitosos sin necesidad, ni demasiados dulces que sólo aportan calorías y no tienen valor nutritivo, si no te atiborras de los venenos que ofrece el Diablo, no te preocupes si tienes un rellenito adicional que otras no tienen.

78. Si haces suficiente ejercicio‚ duermes bien y sales a tomar aire fresco‚ si vives bien, comes bien, haces suficiente ejercicio, duermes bien y sigues todas las reglas de salud que Dios ha establecido‚ ¡no te preocupes por tu figura! Dios hizo a las altas y esbeltas y a las bajitas y robustas. Su mano te formó y puso todas las curvas y asideros ¡precisamente donde Él quería que estuvieran! ¡Procura mantenerte en forma, cuidar tu cuerpo y acatar las normas de salud que nos ha dado Dios! Sigue Sus normas de salud y serás una mujer hermosa. Resplandecerás de la manera que Él quiso. La única belleza eterna es la que nos da el Señor, y la tienes cuando eres de la forma que Él te creó, tal como Él quiere que seas.

79. Jesús ya me ha curado. He sido librada. De todas maneras, no fue fácil. Partir antes de hora nunca es fácil. El proceso de recuperación ha sido largo y arduo. Me tomaría demasiado tiempo describir cuánto dolor y sufrimiento causé a los demás y cuánto yo misma tuve que soportar. No querrán pasar por lo mismo. Por eso quise contarles lo que me sucedió. Les ruego que hagan caso de lo que les aconsejo. ¡Cuídense de las mentiras de la moda! ¡No caigan en las trampas que tiende Orexis! ¡Sigan la senda de Dios! Cuiden su cuerpo. Sigan las leyes que Dios ha establecido por amor a ustedes, y disfruten de la vida. (Fin del mensaje.)

80. (Mamá:) Tal como dijo esa chica, cada una de ustedes ha sido creada por Dios. Él las hizo precisamente como quería que fueran. Las considera hermosas ¡y le encanta que sean tal como son! Si advierten que siempre tienen una opinión negativa de sí mismas, de su apariencia o su peso, o les parece que tienen un peso excesivo cuando en realidad no es así‚ ¡pidan al Señor que las libre, y Él las ayudará! Esa chica lo expresó muy bien cuando dijo que podría haber sido librada el mismo día en que hubiera invocado al Señor. ¡Para Él nada es imposible! No olviden que aunque es natural que una quiera verse bonita e incluso hermosa, no deja de ser algo insignificante en comparación con los valores más importantes de la vida, como el amor que damos y la belleza de nuestro espíritu.

Circular de Mamá, nº11

CM 3253:1–72,78-79, BN 858

¿Ser bella es ser delgada?

1. (Mamá:) No hace mucho recibí una desgarradora carta de una adolescente mayor. No sólo hablaba de cosas como los chismes‚ excluir a otros y las malas actitudes de algunos jóvenes en cuanto a las relaciones sexuales‚ sino también de un grave trastorno relacionado con la alimentación como es la bulimia, la cual -según se nos informa– está bastante extendida entre las jóvenes de la Familia, al menos en ciertos Hogares o zonas. Se trata de un problema grave del mundo actual, junto con otro trastorno común de la alimentación, la anorexia. Ambas enfermedades están causando serios problemas de salud y hasta la muerte a muchas jóvenes que se abstienen voluntariamente de comer. A continuación les reproduzco los francos comentarios sobre el tema de la joven que mencionamos:

(Una adolescente mayor: )

2. Entre las adolescentes y hasta entre las jett de este campo de misión pasan algunas cosas bastante fuera de onda. Está bastante generalizada la idea de que hay que ser muy delgada para ser bonita. Llegan a hacer cualquier cosa para ponerse así. La cruda y triste realidad es que la mayoría de esas chicas‚ algunas de apenas 12 años, se están volviendo bulímicas: vomitan cuanto comen. Aunque se mantiene muy calladito y los pastores, los padres y todo el mundo no tienen ni idea de lo que pasa, ¡todas las adolescentes lo saben!

3. Hace unos meses pasé por una temporada en que siempre me sentía preocupada por mi apariencia y por lo que los demás pensaran de mí. Nunca fui delgada, y soy más bien una chica común y corriente que no destaca. Me desanimaba muchísimo y me deprimía por ser así, pues por más que me esforzaba, nunca lograba que me aceptaran o me consideraran a la moda o en la onda. Creo que me sentía así por cómo me juzgaban o segregaban las demás. Por un lado están todas las chicas mejores y guapas con sus noviecitos, y por otro están las chicas bobas, despreciadas y feas como yo‚ de quienes todo el mundo habla.

4. El chismorreo es desmesurado, se pasa mucho de la raya. Los chicos se burlan de las que somos patitos feos, y evalúan a las diferentes chicas para ver quién es la más bonita, la más delgada, quiénes son las gorditas y feas, quiénes tienen más experiencia sexual y quiénes no la tienen, y cosas así. Es imposible vivir a la altura de sus expectativas. Se ha impuesto un ideal súper exigente de una chica delgada, firme y tonificada, al estilo de la muñeca Barbie. Después de un tiempo te da asco.

5. Ni sé por dónde empezar por lo que respecta a las conversaciones de las chicas. Por experiencia, yo diría que lo que quieren es hacerte sentir despreciada y peor que un gusano. Así se siente una con los chismorreos. El Diablo me golpeaba constantemente con pensamientos negativos del estilo de: «Ay, soy muy fea y no sirvo para nada. No le gusto a nadie. El Señor no se valdrá de mí en ningún ministerio importante. ¡Soy tan gorda que más me valdría caerme muerta!»

6. La cosa llegó a un punto en que no pensaba en otra cosa que en mi apariencia, las calorías exactas que ingeriría, cuántos kilos tenía que perder la próxima semana, y cosas así. Me sentía terrible. Era una esclavitud total.

7. No quiero parecer perfecta ni acusar santurronamente a otras, pero gracias a Dios acabé por hartarme de todo eso. Me puse a pensar: «¡Pues así es como soy! Está claro que no soy perfecta, ¡pero así me ha hecho el Señor! No puedo hacer nada por cambiar, así que ni voy a tomarme la molestia. Si a los demás no les gusta, ¡que se aguanten!»

8. Cartas como Te quiero; ¡a ti en particular! y las revistas de la Celebración del 98 sobre los celos y la envidia fueron una verdadera tabla de salvación, justo lo que me hacía falta en ese momento. Siempre estaba haciendo comparaciones. Para mí era algo muy serio y se apoderó completamente de mí. Me comparaba con cualquiera que veía.

9. El librito Para Jesús, con cariño llegó en un momento muy oportuno. Recuerdo que me sentaba en la terraza y lloraba a mares por las diferentes cosas que se hablaban de mí. Sin embargo, ¡ese librito era justo lo que me hacía falta! Lo abría por cualquier parte y encontraba algo que venía como anillo al dedo en la situación, ¡parecía que lo hubieran escrito y enviado específicamente para mí! ¡Era fantástico! Me sentía muy amada.

10. Después‚ poco a poco, comencé a tratar de obtener profecías para mí misma, y el Señor se mostraba muy alentador y espléndido, ¡me emocionaba mucho! Me encontré en un mundo enteramente nuevo en el que cosas insignificantes como la opinión que otros tuvieran de mí y sus comentarios ya no me importaban; me resbalaban. Lo único que me importaba eran el Señor y la Familia. Me hacía feliz servir al Señor. Así pensaran que estaba como una ballena, ¡por primera vez en mucho tiempo me sentí sinceramente feliz!

11. Con todo eso me acerqué mucho al Señor. ¡Gracias al Señor, las Cartas y algunos adultos muy amorosos y comprensivos, logré superar aquella etapa negativa!

12. Me preocupan mucho las adolescentes menores, las jett y cualquiera que pueda estar pasando lo mismo que yo pasé en aquel momento‚ porque la gente no siempre te acepta tal como eres. Te parece que en todo momento tienes que dar cierta imagen. Los jóvenes siguen diferentes estilos: los chicos dan mucha importancia a la ropa, que tiene que ser de marca, y les gusta llevar los pantalones caídos como Cantinflas. Si les sugieres con buenos modos que se suban los pantalones, te miran como diciendo: «Hola, bienvenida al siglo veinte; así me visto yo».

13. Me parece que como los jóvenes quieren sentirse aceptados, hacen cualquier cosa para llamar la atención. No creo que se den cuenta del efecto que tienen en los más jovencitos, sobre todo si andan a la moda, son bacanes o bonitas. Cuando las adolescentes se juntan no hablan de otra cosa que de lo gordas que están y de las diferentes dietas que están probando para adelgazar, que tal y cual es más gorda o más delgada, o más bonita, y cosas por el estilo. ¡Qué asco! Una se empieza a acostumbrar, y luego nunca está satisfecha con cuánto está perdiendo; siempre se va a sentir un poco gorda. Si pesa aunque sea un poco más del modelo inalcanzable de extrema delgadez, tiene que matarse de hambre. Es así de simple: «Si quieres perder peso, deja de comer. Y si llegas a comer, quítatelo de encima; ¡vomítalo!»

14. Puedo entender cómo se puede sentir una persona si los demás le dicen cosas de ese estilo y está en ese ambiente. Cuanto más se piensa en el asunto, más angustiosa se vuelve la situación‚ hasta que una es tan estúpida que puede probar cualquier cosa para obtener resultados rápidos.

15. Algunas me han venido a decir: «Puedes vivir de líquidos por un par de semanas. Eso da resultado. Te lo digo como amiga, porque la verdad es que te hace falta perder unos kilos.» ¡Gracias por el cumplido! Lo lamento, pero el sentido común me dice que si esas chicas vomitan cada vez que comen, ¡eso tiene que producirles algún daño irreversible en los intestinos! ¿Y qué pasa si se quedan embarazadas? Puede que la criatura termine con alguna deficiencia física, ¡eso si no la pierde al puro principio! ¿Tengo razón o no?

16. Lamento que esto se haya vuelto un relato horripilante y desagradable, pero quizás si publicaras algo sobre el tema, tenderían más a pensárselo dos veces. Si se lo digo yo, me miran como diciendo: «¿Y qué sabrás tú, gorda?» Las jett y las adolescentes menores son muy simpáticas, pero es una verdadera pena que piensen que tienen que ser de otra manera para que no les pongan la etiqueta de bicho raro o de imbécil. La mayoría no tiene la intención de que las cosas sean así, pero nadie quiere ir contra la corriente ni hacer frente a otros.

17. Por favor, no vayas a pensar que estoy pintando el panorama totalmente negro; en realidad los quiero mucho a todos. Sobre todo los adultos son geniales, los quiero a todos. Siempre están a nuestro lado para ayudarnos pase lo que pase, y quién sabe qué sería de nosotros sin ellos.

18. Lamento mucho que esto te haya resultado un poco desalentador, pero tenía necesidad de desahogarme con alguien. Te quiero a montones y oro bastante por ti. Muchas gracias por todo lo que haces por nosotros. Aunque a veces te parezca que te chocas con un muro de cemento con los adolescentes y nuestras ondas, no te quepa duda de que no es en vano; algún día, por la gracia de Dios‚ entraremos en razón. (Fin de la carta de la adolescente mayor.)

19. (Mamá:) Me da mucha tristeza saber que algunas chicas estén sufriendo una esclavitud tan terrible del Enemigo‚ y esforzándose tanto por ser delgadas que se hagan daño físicamente, y no hablemos ya del efecto tan terrible que tiene en su espíritu dar tanta importancia a la apariencia física, ¡hasta el punto de que en muchos casos las vuelva francamente infelices y deprimidas!

20. Estoy muy contenta por esa muchacha que me escribió, ¡pues el Señor la ayudó a encontrar la liberación aceptando Su amor y aceptándose a sí misma!

21. El problema de los trastornos de alimentación que afectan a algunas jóvenes de la Familia fue confirmado por una madre de otro Hogar, la cual nos escribió poco antes de que termináramos la presente BN. Ella no tenía ni idea de que estábamos tratando ese tema, pero sus comentarios concuerdan con los vertidos más arriba por la joven. La madre nos escribió:

22. Hace un tiempo que me siento muy preocupada por la cantidad de jóvenes de nuestra zona que sufren trastornos de la alimentación o algo muy parecido. Algunas de mis propias hijas han batallado con la anorexia y la bulimia. Lo que la ayudó a una de ellas a superarla fue que leímos sobre los peligros de la bulimia. Comentó que le había entrado tanto miedo que éste le dio la valentía para luchar con toda el alma por superarla.

23. Justamente en los dos últimos meses otra hija mía se volvió anoréxica. Estaba excedida de peso, y es cierto que tenía que bajar algunos kilos, pero se pasó de la raya y ahora es tan delgada que está en el esqueleto.

24. Me puse a pensar, orar y comentar el asunto con otras madres, y nos dimos cuenta de que hay muchas chicas -las más jovencitas son del grupo de los niños mayores, y las hay de todas las edades, hasta jóvenes adultas- que están casi obsesionadas por ser delgadas. Aquí hay unas pocas que son muy flacas, al punto de tener un aspecto enfermizo. Esto hace que las que tienen un peso normal, se sientan en comparación gordas y hasta obesas, por lo que pasan muchas batallas y se ponen a hacer dieta. Lamentablemente, esa actitud se filtra hasta llegar a las niñas‚ que empiezan a preocuparse por su peso (aunque por lo general no dejan de comer).

25. Por lo que he visto en los últimos años‚ puedo afirmar con toda sinceridad que las que no se preocupan por el peso ni por lo que comen constituyen una minoría. Muchas chicas que he conocido de varios puntos de nuestra zona siguen dietas adelgazantes como por ejemplo regímenes vegetarianos y qué sé yo más. Como es natural, la mayoría no encuentra los alimentos especiales para seguir dichas dietas al pie de la letra‚ así que estoy segura de que terminan con regímenes alimenticios desequilibrados y deficientes. En algunos casos dejan de menstruar y se sabe que no estarán lo suficientemente saludables como para tener hijos más adelante, a menos que den un giro radical.

26. Lo curioso del asunto es que muchas de ellas, aunque se preocupan mucho por su peso, no sienten aversión de comer comida chatarra. Las hay que no comen otra cosa que productros del mar (entre ellos algunos inmundos como mariscos), ya que contienen poca grasa. ¡Hay ondas de nutrición muy variadas, pero la idea central es que hay que ser delgada!

27. Parece una verdadera señal de los tiempos. Investigamos un poco, y nos enteramos de que la palabra anorexia se acuñó hace apenas unos 12 años. Parece otra treta del Diablo para destruir la vida, o en todo caso, arruinar la salud y distraer a las jóvenes haciendo que se preocupen mucho por su cuerpo y por lo que comen. (Fin de los comentarios de la madre.)

28. (Mamá:) ¡Que el Señor bendiga y guarde a las jóvenes que están sufriendo esos trastornos alimenticios! A continuación les paso un mensaje que recibimos de Papá después de leer la Carta de la joven anterior. ¡Oro que sirva para que otras chicas atrapadas en enredos del Enemigo como los descritos por esa joven vean la luz de la verdad, se acepten a sí mismas y a los demás tal como los hizo el Señor y lo disfruten y se contenten con ello! ¡Pidan al Señor que les abra los ojos y las ayude a aprender en qué consiste la verdadera belleza!

29. (Papá:) ¡Qué pena! ¡Es verdaderamente trágico! ¡Si las chicas que están metidas en esa onda se dieran cuenta de adónde las puede llevar! ¡Qué engaños del Enemigo, qué ceguera les ha enviado!

30. ¡Eso de vomitar la comida o de matarse de hambre -la bulimia y la anorexia- es una vía rápida hacia la autodestrucción! El cuerpo humano no está hecho para vivir del aire -o simplemente de agua, café, jugo o una cantidad mínima de verduras-; ¡el organismo necesita combustible! ¡Para estar saludable hay que comer de forma saludable, muchachas!

31. No debería meterme en todo esto, pues ya lo he dicho otras veces. Pueden leerlo en las Cartas. Pueden leerlo en el libro El cuidado de los niños. Por el amor de Dios‚ pueden leerlo en los periódicos y enterarse por la televisión, ¡y deberían hacerlo! Deberían leer para enterarse de los datos escalofriantes, y tal vez eso las despertaría, les daría un sacudón y las ayudaría a ver que la onda de ser flacas no conduce a nada bueno.

32. No tiene nada malo ser delgado si se es así por naturaleza; lo que está muy mal es llevarlo hasta extremos absurdos y nocivos para volverse delgadas si no es esa su constitución, o para volverse todavía más escuálidas cuando ya son delgadas. ¿Por qué preocuparse tanto por su apariencia y por su peso? Sé que las chicas quieren mantenerse atractivas‚ pero lo son. Enrollarse tanto con su apariencia física no hace otra cosa que volverlas egocéntricas en vez Cristocéntricas y lo único que hace es atenuar su atractivo.

33. Esa onda que las lleva por la senda de la destrucción se inicia con unas actitudes muy retorcidas en cuanto a lo que es ser bella y sexy. La verdadera belleza tiene un origen espiritual, no carnal. ¡El espíritu es el que da vida, gozo, belleza y felicidad! ¿Han leído Mujeres revolucionarias? Si todo lo que recuerdan de esa Carta es que dije que prefería 100 kilos de carne a 50 de nervios, les vendría bien volver a leerla, pues se están perdiendo mucho. Ahí encontrarán mucho sobre en qué consiste la belleza verdadera, y no es solamente mi opinión sino también la del Señor. Si tienen alguna duda, ¿por qué no le preguntan a Él ustedes mismas?

34. ¿Saben una cosa? No es sólo su Abuelo el que piensa de esa forma; no sólo a mí me gustan las curvas y los huesos con carne encima. Inclusive les gustan a algunos de esos adolescentes que dicen que quieren chicas muy flacas. Apuesto cualquier cosa a que muchos de ellos lo dicen únicamente porque es lo aceptado.

35. Si son sinceros consigo mismos‚ la mayoría de los hombres admiten que la verdadera belleza, el atractivo sexual y el encanto femenino no se basan únicamente en que una muchacha sea delgada o no. Como es lógico, todos tienen su concepto particular de lo que es ser delgada, y por lo general el hombre no siente atracción por una chica excedida de peso. Pero, caramba, hay una amplia gama entre la súper delgada y la que tiene unos kilos de más, y si están en cualquier punto dentro de esa agradable gama intermedia, ¡tienen muchas posibilidades!

36. Dios las hizo al gusto de Él, y les dio un cuerpo y un peso variables dentro de ciertos márgenes generales. Otra cosa es que se hayan arruinado por no cuidarse debidamente -lo cual‚ por desgracia, ha pasado con algunas de ustedes-; sin embargo, en la mayoría de los casos, Dios ha hecho que cada uno de ustedes, chicos y chicas, sean guapos y saludables. Ya sé que algunos dirán: «Pero no fue el Señor quien me hizo como soy. ¡Soy gorda y me he puesto así yo misma! Por eso tengo que perder peso y quiero tomar medidas drásticas para lograrlo.» Pues bien, vamos a tratar ese punto.

37. Para empezar, ¿quién dice que son gordas? ¿Están realmente excedidas de peso? , ¿o es una idea que les han metido en la cabeza algunas amigas competitivas y obsesionadas por estar en la línea, o algo que se les ha contagiado de los medios de comunicación? Si no están seguras, búsquense a un amigo o un adulto mayor que sea sincero y pídanle que se lo haga saber con toda franqueza y amor. Después de todo, lo que pasa es que algunas tienen huesos grandes, una estructura ósea más grande, y el peso de más tal vez sea una cuestión mental. Y si todavía no están seguras, pregunten al Señor. Ustedes saben que Él les dirá si es una idea que tienen en la cabeza.

38. Pero supongamos que no lo es, y que sí les hace falta perder unos kilos. Esos kilos no los pueden perder de la noche a la mañana, de la misma manera que no los aumentaron de la noche a la mañana. Los perderán poco a poco, y la mejor forma de lograrlo es con los métodos probados que han dado resultado durante miles de años: comer menos, sobre todo de los alimentos que engordan, y hacer más ejercicio. Si no están seguras de que podrán tener unos buenos hábitos alimenticios, pidan a una amiga que les sirva la comida. Y si les cuesta ser fieles con la hora de ejercicio, pidan a alguien que también se lo recuerde. ¡Por lo que más quieran, chicas, no se maten de hambre! Todas las que se matan de hambre por estar como un palito van contra el plan de Dios, y al final no son ni bellas ni saludables.

39. Si dejan de comer totalmente o impiden de alguna manera que el alimento llegue adonde debe llegar, con el tiempo el cuerpo dejará de funcionarles. No verán las consecuencias de inmediato, y en todo caso, al principio les dará la impresión de que están logrando unos resultados tremendos. «Caramba, ahora estoy delgada y linda, y gusto a todos los chicos. ¡Tengo un noviecito guapo y me lo paso divinamente!» Sin embargo, tienen que darse cuenta de que no se puede vivir por la emoción del momento. Eso es algo que les pasa con bastante frecuencia a los jóvenes. Pasan unos pocos años más, y muchas veces les pesan terriblemente algunas de las decisiones que tomaron o las cosas que hicieron sin pensar en las consecuencias.

40. Quizá piensen que todo va de maravilla y no hay motivo para alarmarse. Tal vez les parezca que durarán lo suficiente, y a lo mejor ni se preocupen por la salud de los hijos que vayan a tener, ya sea porque piensen que total no van a tenerlos, o porque son tan egoístas que no les importa. Pero tienen que empezar a madurar un poco y a pensar en el futuro, y darse cuenta de que su forma de pensar actual y las cosas que les gustan en este momento no serán necesariamente lo más importante en su vida.

41. ¿Saben qué es lo más lamentable de toda esa onda? ¡Que la mayoría de las que andan tan metidas en ella lo están hasta tal punto que no les preocupa nada más! Encaremos la realidad: ¿para qué estamos en la Familia? Para servir a Jesús‚ para ganar almas, para conquistar a los perdidos con el Evangelio. Todo lo que lleva a uno a estar tan metido en sí mismo que le haga perder de vista el objetivo es peligroso. Por eso les manda el Diablo esas actitudes y trampas mundanas.

42. Además de ese desarreglo tan evidente con sus hábitos de alimentación‚ esas actitudes mundanas en cuanto a la belleza y la apariencia física extienden sus tentáculos hasta otros campos. Todo se convierte en un juego muy cruel e hiriente, cuando quienes se creen en onda o chévere -o como quieran llamarlo- comienzan a predicar su forma de vida a los demás y hasta empiezan a obligarlos a seguirla. Cuando se hace eso, se perjudica a los demás de una u otra forma. O bien otras chicas que comparten la misma idea se les unen en la despreocupada ruta hacia la autodestrucción, o en otros casos hacen mucho daño complicando la vida a quienes no encajan en su molde particular, las que para ustedes no son lo suficientemente delgadas o hermosas‚ las miran con desprecio y hasta chismorrean sobre ellas, o las critican o se burlan de ellas en sus narices.

43. Es una actitud bastante repugnante que tienen algunos jóvenes con respecto a otros de su edad. Ojalá tuvieran el amor del Señor y vieran a los demás como los ve Él. Es posible que no encarnen su ideal de belleza, atractivo físico o encanto, pero cada persona tiene algún rasgo muy hermoso, valioso‚ único y precioso. A veces hay que buscar más allá de lo que se ve superficialmente para descubrir los más valiosos tesoros.

44. Ahora mismo algunos piensan que la vida es pura diversión, y hasta ven las relaciones sexuales y las relaciones amorosas como un juego, y el corazón de los demás como juguetes. Ustedes tal vez no se den cuenta, pero si tomaran distancia y evaluaran sensatamente su forma de actuar, si dejaran de pensar en ustedes mismos por unos momentos y se pusieran en el lugar de los otros, se darían cuenta de que han pisoteado y aplastado a mucha gente. Es hora de que esto termine, y también es hora de que pidan perdón a aquellos a quienes han hecho daño.

45. Muchachos‚ la humildad da mucha libertad. Cuando se esfuerzan por alcanzar los ideales que les parece que esperan de ustedes sus amistades sienten mucho temor y esclavitud, un peso y una depresión muy grandes. ¿Saben quién es la gente más feliz del mundo? Los que se aceptan a sí mismos tal como los hizo Dios, los que aprenden a estar contentos con lo que tienen y a no preocuparse por lo que piensen los demás.

46. Si fueran sinceros, creo que reconocerían que admiran mucho a las personas que tienen las agallas de conducirse con naturalidad, de vivir como se debe, de forma saludable y teniendo la debida escala de prioridades. Claro que muchas veces los que toman esas decisiones tienen que pasar batallas de soledad y se sienten terriblemente aislados de los demás‚ lo cual es una pena. Es trágico y da mucha pena que dentro de nuestra propia Familia haya grupitos cerrados o clanes que excluyan a otros, apoyándose sobre todo en la apariencia física o la moda. ¡Que el Señor nos ayude a ser la Familia de Amor que tenemos que ser!

47. A las chicas que están atrincheradas en esos hábitos nocivos les hago saber que el mejor momento para enderezarse es ahora. Cuanto más esperen, más difícil será recuperarse. Si abusan de su cuerpo privándolo de alimento, cuanto más esperen, más daño harán a sus intestinos. Hay una sola forma de perder peso sin correr riesgos, y lleva tiempo: servirse porciones más pequeñas, cuidarse de los dulces y de lo que consumen entre comidas y hacer ejercicio. Toda dieta adelgazante que vaya más allá de eso es dañina para el cuerpo y un problema que hay que remediar.

48. Si llevan bastante tiempo en eso, les va a costar superarlo y comenzar a comer otra vez de forma saludable, pero no es imposible. Deben pedir oración y ayuda a sus pastores y al resto del Hogar. El Señor puede ayudarlas. Él puede darles la fortaleza y la valentía para cambiar de forma de vida y abandonar esas costumbres que se han apoderado de ustedes.

49. La bulimia y la anorexia son vicios, trastornos nerviosos‚ adicciones. Son como las drogas o como el fumar: malas costumbres difíciles de superar. Pero para el Señor no hay nada imposible‚ y Él puede lograrlo‚ en tanto que ustedes colaboren con Él poniendo fuerza de voluntad.

50. Para superar dichos malos hábitos necesitan la ayuda del Señor‚ pues la bulimia y la anorexia son algo más que trastornos físicos de la alimentación. Hasta el mundo lo admite, y las llama trastornos psicológicos y mentales. Pero son algo más que eso. Superar esas adicciones es una batalla espiritual, una batalla contra el Enemigo.

51. El Diablo no sólo es el enemigo de su alma‚ sino que‚ como Dios las ha puesto en un cuerpo terreno y el cuerpo es templo del Señor, el Diablo también es enemigo de ese cuerpo, y tanto él como sus demonios están resueltos a perjudicarlo y destruirlo por todos los medios. Esa es una de las formas en que el Diablo ha engañado y embaucado a miles de muchachas por todo el mundo para que tiren su vida por la borda. Quizá piensen que nunca serían capaces de suicidarse, pero en realidad, si están obsesionadas y oprimidas con esos trastornos alimenticios‚ están embarcadas en una forma lenta de suicidio.

52. No vayan a ser tan necias que desperdicien la vida por una onda mundana. Al contrario, entréguense de lleno, en cuerpo y espíritu, al Señor y a Su servicio. Son templos del Espíritu Santo y el Espíritu de Dios mora en ustedes, por lo que deben tratar al templo de la forma que saben que Dios quiere que lo hagan, ¿amén?

53. He explicado con pelos y señales las reglas para llevar una vida saludable, y también lo han hecho innumerables expertos en salud por todo el mundo. Pero por más que hablemos no servirá de nada, si no prestan atención. Entonces‚ ¡hagan el favor de prestar atención!

54. Les ruego, por su propio bien, que sigan el consejo y las recomendaciones de sus mayores, de quienes han visto los resultados y los malos frutos de vivir sin preocuparse por la salud, y de quienes son prueba de los beneficios de llevar una vida saludable y conforme a lo que Dios quiere. (Fin del mensaje.)

55. (Mamá:) ¡Les ruego que lo hagan, apreciada Familia! Los queremos mucho a todos, y no soportamos que nuestros seres queridos se debiliten o se enfermen con esos trastornos de la alimentación. A nosotros nos gustan tal como son. Por favor, no comparen su peso ni su apariencia física con los de otros. A continuación, les doy otro mensaje que dio Papá sobre el mismo tema para otra adolescente que nos escribió:

56. (Papá:) ¿Sabes una cosa? A mí tampoco me gustaba mi apariencia física. Pensaba que tenía la nariz muy grande y que era muy flaco y feo. Estaba bastante acomplejado por eso, sobre todo de joven, y me tomó mucho tiempo superarlo. En parte se debía al orgullo, y en parte a mi complejo de inferioridad. Pero a medida que uno madura, se da cuenta de que en realidad esas cosas no tienen importancia. Comprende que el Señor nos hizo de la forma que quería, y que nos hizo como somos porque nos ama.

57. Él las ama tal como las hizo, y todas son hermosas a Sus ojos. Todos somos únicos y especiales. A los ojos de Él no hay fealdad‚ seamos como seamos. Lo único feo es tratar de destruir lo que Dios ha creado. Si quieren complacerlo y hacerlo feliz, y hacerme feliz también a mí‚ tienen que hacer todo lo que puedan por cuidarse a fin de estar en condiciones de ganar a otros.

58. Eres una de mis adoradas reinas adolescentes y no me sobra ninguna; como te digo, ni una. Te necesito y el Señor te necesita ahí, no Aquí, ¡por lo menos por ahora! Y ahí hay algunos adolescentes que están bastante solos y también te necesitan, y que están a la espera de que los ayudes. Así que hazlo por ellos y por Jesús, ¿de acuerdo? ¡Eres una preciosidad! ¡Te quiero mucho! (Fin del mensaje.)

59. (Mamá:) Les ruego que hagan caso de los sabios consejos de Papá vertidos en los mensajes anteriores. Cada una de ustedes es hermosa a su manera, y deben pedir al Señor que las ayude a apreciarse, valorar su cuerpo y estar agradecidas, aunque piensen que tienen algunas imperfecciones. «Dad gracias en todo.» Piensen en lo positivo, no en lo negativo; fíjense en la rosquilla, no en el agujero. Oren contra el complejo de inferioridad y los pensamientos negativos. La batalla en contra de la bulimia y la anorexia no es solamente física; también es espiritual, ¡y la mejor forma de ganarla es con la ayuda del Señor!

60. A continuación reproduzco unas sabias recomendaciones de Papá sobre la apariencia y la propia estima que dio hace varios meses en la serie de «La Ley del Amor»:

61. El aumento de la autoestima muchas veces está muy relacionado también con la relación que se tiene con el Señor. Cuanto más se acerca uno a Él y más en paz con Dios está, más satisfecho y tranquilo está, más contento, más relajado. [...] Si están unidos al Señor, son guapos, porque Su amor y Su luz resplandecen en ustedes.

62. La verdad es que no tenemos a nadie que sea feo en la Familia. No hay nadie desagradable cuando está cerca del Señor‚ limpio‚ contento y feliz. De hecho, ese es el tipo de atractivo sexual más fuerte que hay: ¡dejar que el Señor brille en ti tal como te hizo!

63. ¿Saben lo que les recomendaría a todos? Que se tomaran un tiempito para escuchar al Señor y le dejaran hablarles sobre ustedes mismos. Si no son capaces, pídanle a alguien que lo haga por ustedes. Dejen que Él les diga cómo los ve, en qué consiste su belleza interior‚ los puntos fuertes de su personalidad, los dones y talentos que a Él le gusta sacar a relucir, que le gusta que brillen para beneficio de los demás. Dejen que Él les dirija palabras de aliento‚ y luego anímense con ellas. (CM 3209:291, 293-294‚ 297, BN 812).

Información y cifras concretas

64. (Mamá:) Me da mucha pena de las chicas que han terminado bulímicas o anoréxicas. Es un problema muy común en el mundo, y naturalmente, como somos hijos del Señor, el Diablo intentará aprovecharse de esa debilidad para entorpecernos y hacernos daño, pues está decidido a atraparnos de la forma que sea. Y aunque por lo general son las chicas las que caen en el fanatismo de las dietas, los muchachos también pueden verse afectados.

65. Quisiera complementar la charla de Papá con algunos algunos datos que he obtenido sobre las graves repercusiones físicas de la bulimia y la anorexia, y sobre las dietas adelgazantes y las actitudes que llevan a seguirlas.

66. Se dice que los trastornos de alimentación por lo general son precedidos por dietas inocentes. Una vez que la dieta desemboca en un trastorno de la alimentación, la joven (o el joven) enfrenta graves problemas de salud, entre ellos atrofia en el crecimiento, falta de períodos menstruales, y hasta enfermedades del corazón. Un 5% al 10% de las personas anoréxicas de larga data llegan a morir de la enfermedad, lo cual supone la tasa de mortalidad más alta de todas las enfermedades psiquiátricas.

La bulimia puede:

• deteriorar las funciones mentales

• bajar la resistencia a las infecciones

• resultar en un deterioro irreversible de órganos

• producir ataques cardiacos y espasmos musculares extremos

• desgastar el esmalte dental y causar enfermedades de las encías y llagas en la boca

• causar la muerte

Quienes sufren de anorexia padecen muchos de los mismos problemas que los bulímicos, además de lo siguiente:

• fatiga y debilidad muscular

• dolores de cabeza‚ desmayos y mareos

• menstruación irregular o pérdida de la menstruación

• con el tiempo se deterioran ciertos órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones. Si no se toman medidas, se produce demacración, desgaste, órganos encogidos y muerte.

67. Además de los efectos claramente malos que tienen en el cuerpo esas enfermedades, como son espirituales, según dijo Papá, tienen un efecto muy negativo en la mente y el espíritu de la persona, así como en su actitud hacia la vida. Un grupo de investigadores descubrió que el 71 % de los aquejados de bulimia nerviosa piensa negativamente, el 60 % tiene dificultad para concentrarse, el 51% sufre de agotamiento, falta de energía o apatía, otro 51% padece de tristeza, el 35% de trastornos del sueño, otro 35% de tensión interna, el 28% de incapacidad para sentir (se le embotan las emociones) y un 27% de tendencias suicidas.

68. Como comentó la chica que me escribió, es común que los bulímicos intenten ocultar lo que les pasa. Tal vez coman normalmente delante de otras personas, pero se exceden y vomitan en privado. Los familiares, compañeros de dormitorio o amigos que lo sospechen deben estar atentos a síntomas alarmantes como inflamaciones crónicas de garganta con sangramiento‚ esmalte dental deteriorado por el frecuente contacto con los ácidos estomacales de los vómitos, y glándulas salivares inflamadas en el cuello y la mandíbula que dan un aspecto hinchado al rostro.

69. Si estás batallando con alguno de esos trastornos que pueden poner en peligro tu vida, te ruego que sigas los consejos de Papá y solicites oración. En ello está la clave para superar esos trastornos serios. Pide y acepta la ayuda de tus pastores, de tus padres y también de tus amigos, que te aman y quieren ayudarte a ser feliz y saludable.

70. Recuerda también que somos guardianes de nuestro hermano, y si no batallas tú misma contra esas cosas pero tienes una amiga, hermana o hermano que sí esté en esa situación, tienes el deber de comunicarte con esa persona y hacer tu parte para ayudarla a liberarse de las garras del Enemigo. No dejes de informar a sus padres o pastores. Anima a la persona a pedir oración, y dile también lo hermosa y especial que es, y cuánto la aprecias.

71. Haz lo que puedas por ayudar a los demás a sentirse amados y apreciados por sus buenas cualidades y atributos agradables, en vez de torpes y fuera de lugar por alguna falta o imperfección física que tengan. Nadie es perfecto, pero todos son hermosos o especiales en algún sentido.

72. Seamos una Familia de amor y velemos los unos por los otros, así como de nosotros mismos. Así seremos de provecho al Señor y a los demás, ¿amén?

Cuando el alimento es su enemigo

¡Despertad!, 22 de enero de 1999

Al pensar en su adolescencia, Jean recuerda vívidamente que era el centro de todas las burlas. ¿Por qué? Porque era la muchacha más alta y grande de la clase. Y el problema no acababa ahí. «Peor aún, era tímida y cohibida -dice Jean-. A menudo me sentía sola, con deseos de tener amigos‚ pero casi siempre tenía la sensación de ser una intrusa.»

Jean estaba convencida de que la causa de todos sus problemas radicaba en el tamaño de su cuerpo, y que todo se arreglaría si adelgazaba y conseguía tener una figura esbelta. No era una cuestión de sobrepeso. Al contrario‚ con 1,80 metros de estatura y 66 kilos de peso nadie la catalogaría de obesa. Pero ella se veía gorda, y a los 23 años decidió perder peso. «Cuando esté delgada -razonaba-, las personas me querrán a su lado. Por fin me sentiré aceptada y especial.

»Esa lógica ridícula me tuvo acorralada durante doce años en un círculo vicioso de anorexia nerviosa y bulimia -explica Jean-. Ya lo creo que adelgacé‚ tanto que casi me muero, pero en lugar de alcanzar la felicidad arruiné mi salud y pasé más de diez años de depresión y suplicio.»

La anorexia y la bulimia son los dos trastornos alimentarios más comunes. Aunque cada uno tiene sus propias características, veremos que ambos pueden ser peligrosos, hasta mortales.

Anorexia: inanición autoprovocada

La persona anoréxica rehúsa comer o lo hace en cantidades tan pequeñas que acaba desnutrida. Antoinette dice que llegó a pesar 37 kilos, muy poco para una joven de 17 años y 1,70 metros de altura. «No consumía más de 250 calorías diarias y anotaba todo lo que comía», dice ella.

Las anoréxicas están obsesionadas con la comida‚ y son capaces de cualquier cosa para no ganar peso.

Susan hacía mucho ejercicio para no aumentar de peso. «Casi todos los días -dice- corría 12 kilómetros o hacía una hora de natación; de lo contrario me embargaban una angustia y un sentimiento de culpabilidad terribles. Y cada mañana sentía un inmenso placer, el único placer verdadero que tenía por lo general, cuando me subía a la báscula para confirmar que mi peso estaba muy por debajo de los 45 kilos.»

¿Cómo se desencadena la anorexia? Por lo general, una adolescente o adulta joven (suele afectar más al sexo femenino) se propone perder unos kilos. Sin embargo‚ cuando lo consigue‚ no queda satisfecha. Al mirarse al espejo sigue viéndose gorda, así que decide seguir su dieta y rebajar un poco más para verse aún mejor. El ciclo continúa hasta que su peso está un 15% ó más por debajo de lo normal para su estatura.

Es entonces cuando la familia y las amistades empiezan a manifestar su preocupación por la extremada delgadez, por no decir escualidez, de la joven. Pero la persona anoréxica no ve las cosas de la misma manera. «Yo no me consideraba flaco. Cuanto más peso pierdes, más se distorsiona tu mente y ya no eres capaz de verte con claridad», dice Alan, un joven anoréxico de 1,75 metros de altura, que llegó al punto de pesar sólo 33 kilos.

(Según afirman ciertos expertos, la pérdida de entre el 20 y el 25% del peso total de una persona puede provocar una serie de cambios químicos en el cerebro que tal vez lleguen a alterar su percepción y le hagan ver gordura donde no la hay.) (V. CM 3125:49-79, BN 736.)

Con el tiempo, la anorexia puede desencadenar osteoporosis, afecciones renales y otros problemas graves de salud. Incluso puede provocar la muerte. «El médico me dijo que como mi organismo se había visto privado de tantos nutrientes, si hubiera seguido dos meses más con aquella dieta habría muerto de desnutrición», dice Heather. El boletín The Harvard Mental Health Letter informa que alrededor del cinco por ciento de las mujeres a quienes se les diagnostica anorexia mueren en el plazo de diez años.

Bulimia: atracones y vómitos

El trastorno alimentario conocido por el nombre de bulimia se caracteriza por atracones (ingestiones rápidas de grandes cantidades de comida, tal vez hasta 5.000 calorías o más) seguidos de inducción al vómito o uso de laxantes para vaciar el estómago.

Puede que la bulímica no esté exageradamente delgada, y sus hábitos alimentarios quizás parezcan bastante normales a los ojos de los demás. Pero para ella la vida no es nada normal. De hecho, está tan obsesionada con la comida que todo lo demás carece de importancia. «Cuanto más me atracaba y vomitaba, menos me preocupaba por otros asuntos u otras personas -dice Melinda, de 16 años–. Llegué a olvidar lo que era divertirme con mis amigas.»

Una bulímica de 17 años llamada Lydia utiliza una analogía gráfica para describir lo que le pasa: «Me siento como una trituradora de basura. Engullo, trituro y vomito. Siempre lo mismo, una y otra vez.»

La bulimia es sumamente peligrosa. Por ejemplo, a consecuencia de los vómitos repetidos la boca se ve expuesta a los corrosivos ácidos del estómago, los cuales acaban gastando el esmalte de los dientes. La inducción al vómito también llega a perjudicar el esófago, el hígado, los pulmones y el corazón. En casos extremos, los vómitos pueden provocar incluso una perforación de estómago y hasta la muerte. El uso excesivo de laxantes también es peligroso. Puede anular la función intestinal y resultar en diarreas continuas y hemorragias rectales. Y en casos extremos‚ al igual que los vómitos repetidos, puede llegar a provocar la muerte.

¿Qué puede ayudar a combatir los trastornos alimentarios?

Los trastornos alimentarios no tienen que ver sólo con la comida. Examinemos algunas de las cuestiones más profundas que normalmente hay que tratar cuando se ayuda a alguien a recuperarse de la anorexia o la bulimia.

Una opinión equilibrada de la imagen física

«Dejé de comprar revistas de moda cuando tenía 24 años -dice cierta mujer-. Compararme con las modelos tenía un efecto negativo muy marcado en mí.» Los medios de comunicación pueden distorsionar el concepto de la belleza en la mente de una muchacha. De hecho‚ la madre de una joven que padecía uno de esos trastornos habla de «la incesante publicidad en la prensa y televisión sobre la importancia de estar cada vez más delgada». Ella dice: «A mi hija y a mí nos gusta tener una figura esbelta, pero pensamos que semejante bombardeo convierte el asunto en lo más importante de la vida, lo pone por encima de todo lo demás». Obviamente, para recuperarse de un trastorno alimentario hay que adoptar nuevos criterios en lo tocante a lo que constituye la verdadera belleza.

Ahora bien, ¿y si usted, lectora‚ de veras necesita perder peso? «Puede que lo más sensato –concluyó una encuesta sobre la imagen física- es aceptarse tal como una es, en lugar de tratar de encajar en un ideal arbitrario y restringido.»

A cierta señora le fue útil razonar así. «He seguido una regla muy sencilla -dice-. Procuro mejorar lo que, siendo realista, puedo cambiar, y no pierdo el tiempo preocupándome por lo demás.» Si mira la vida de manera positiva y complementa esta actitud con una alimentación equilibrada y un programa de ejercicios razonable, es probable que pierda los kilos que debe perder.

Vivir sin trastornos alimentarios

Como parte del proceso de recuperación, la anoréxica o la bulímica ha de aprender a vivir sin su trastorno alimentario. Y eso puede resultarle difícil. Kim, por ejemplo, calcula que durante su fase anoréxica perdió 18 kilos en diez meses. En cambio, recuperar 16 de aquellos kilos le tomó nueve años. Ella dice: «Poco a poco, y con mucho esfuerzo, fui aprendiendo a comer de nuevo normalmnete, sin contar las calorías, medir la comida‚ tomar solo cosas que no engordan, asustarme si no sabía los ingredientes de cierto guiso o postre ni limitarme a comer en restaurantes que tuvieran mesa de ensaladas.»

No hay duda de que recuperarse de una enfermedad de este tipo representa un desafío‚ pero a la larga merece la pena el esfuerzo. Así opina Jean, citada [al principio]. «Volver a padecer un trastorno alimentario -dice- sería como regresar a una celda de aislamiento después de haber gozado de libertad durante un tiempo.»

Un desafío para los padres

Si una hija suya padece algún trastorno alimentario, es normal que a veces su obstinación le frustre. Pero tenga paciencia. No deje nunca de mostrarle cariño. Emily, cuya hija tenía anorexia, admite que no siempre le resultaba fácil hacerlo. Aun así, explica: «Procuraba acariciarla siempre; intentaba abrazarla; trataba de besarla. [...] Pensaba que si dejaba de ser cariñosa con ella, de mostrarle amor, nunca recuperaríamos lo que habíamos perdido.»

Una de las mejores maneras de ayudar a su hija a recuperarse de un trastorno alimentario es comunicarse con ella. Pero recuerde que, al hacerlo, tendrá que escuchar más que hablar. Y resista el impulso de interrumpirla diciendo cosas como «eso no es verdad» o «no tienes por qué sentirte así». Si existe buena comunicación, la joven tendrá donde acudir en momentos de angustia y habrá menos probabilidades de que recurra a un comportamiento alimentario malsano.

78. (Mamá:) La mayoría de la gente del Sistema concuerda en que los trastornos de la alimentación son difíciles, o en muchos casos, casi imposibles de superar, y así es si no acuden al Señor pidiendo ayuda. Pero nosotros sí que acudimos a Él‚ y contamos con un poder tremendo y una ayuda sobrenatural gracias a la oración. Si padecen algún trastorno así, el Señor es muy capaz de darles una liberación completa y total por medio de la oración en conjunto.

79. Tal vez hayan intentado corregir sus hábitos alimenticios por su cuenta sin conseguirlo. ¿Por qué no prueban al Señor y la oración en conjunto? Cuando ninguna cosa da resultado, el Señor tiene oportunidad de demostrar de forma más patente Su fortaleza y liberación. ¡En ese caso pídanselo! ¡No acepten esos trastornos cuando el Señor es más que capaz de librarlas y ayudarlas a estar en forma y saludables para servirle!

Lucha por la vida, 1ª parte

CM 3390:205-207, BN en línea nº6

205. (Alguien del Hogar:) Los comentarios que hacemos afectan mucho a otras personas, y a los niños. Me han contado testimonios de chicas que se volvieron anoréxicas porque cuando eran pequeñas alguien las llamó gordinflona o algo por el estilo, y eso le recalcó que lo eran.

206. (Mamá:) Todos tenemos que ser conscientes de ello con los niños. Y los hombres, por lo que más quieran, oren antes de hacer comentarios a las hermanas, incluso decir: «¡Qué delgada y bonita estás!» No se lo dicen para ofenderlas; tratan de ayudarlas y animarlas. Pero a muchas que quizás hayan perdido unos pocos kilos, cuando les dicen que está muy bonita tan delgada, se les recalca la idea de que no gustan si están de otra forma, ¿comprenden? Por eso, es muy importante que tengan una actitud de oración con los comentarios que hacen a las hermanas por su apariencia. Pregunten al Señor qué deben decir. Pídanle que les cierre los labios si no van a decir algo que esté bien y ayude».

207. Eso no quiere decir que nunca puedan decirle a su esposa, su novia o alguna otra chica que está bonita y delgada. A lo mejor se ha estado esforzando mucho por perder unos kilos de más y tengan que decírselo. Lo importante es que pregunten al Señor y digan siempre lo debido, ¿de acuerdo?

Lucha por la vida, 4ª parte

CM 3393:1-2‚11-25,145-237, BN en línea nº9

1. (Mamá:) Esta BN está dirigida a los que atienden o quieren a alguien que padece un trastorno alimentario. Sepan que Peter y yo los acompañamos en nuestras oraciones, y será mediante la oración como se gane esta batalla. Cuanto más aprovechen el poder de la oración y el de las llaves en su lucha por la persona que padece el trastorno -orando con ella y por ella y animándola a pedir oración-, mejor les irá. ¡Esa es la clave!

2. Cuando alguien es presa de un trastorno alimentario, la batalla para obtener la victoria suele ser muy larga y agotadora, y se vuelve una cuestión de vida o muerte. El Enemigo trata de matar a la persona, de acabar con su vida y su utilidad. Uno por su cuenta no tiene la fuerza para soportarlo ni el amor para ayudarla a salir adelante, pero el Señor sí. Por eso hago tanto hincapié en la importancia de aprovechar el poder de la oración. Esa es la única manera de ganar la victoria; mediante la oración, el poder de las llaves y la ayuda de nuestro fuerte y magnífico Libertador.

Más explicaciones sobre el ataque del Enemigo contra la Familia mediante los trastornos alimentarios

11. (Jesús:) El Enemigo anda como león rugiente buscando a quién devorar. Está destruyendo a muchas personas mediante los demonios de la anorexia y la bulimia. Esos demonios y sus secuaces se han difundido por toda Mi Familia. He permitido que os enteréis de ello mediante el sufrimiento de una integrante de vuestras unidades de Servicios Mundiales.

12. ¿Por qué pecan los hombres? ¿Por qué son tentados? «Cada uno es tentado‚ cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.» (Stg.1:14,15.) Ese es el poder que tienen los demonios de la anorexia y la bulimia. Tienen capacidad para matar a las personas a las que poseen u oprimen.

13. Mis hijos me tienen, así que no pueden ser poseídos por esos demonios‚ pero pueden ser oprimidos. Esa opresión puede ser grave, hasta tal punto que si Mis hijos no se someten a Mí y abandonan a esos demonios de las tinieblas pueden perder la vida. Su vida en la Tierra puede acabarse antes de tiempo por su propia decisión. ¡Qué pérdida tan lamentable sería que Satanás os quitara vuestra vida de servicio, vuestro testimonio y todas las almas perdidas que estáis destinados a ganar para Mí! Si no logra convenceros de que me neguéis, trata de volveros inútiles a Mí.

14. Así como hay espíritus de glotonería que impulsan a comer en exceso, también hay espíritus de anorexia y bulimia que atacan a algunos. El Diablo anda por ahí devorando y destruyendo a la humanidad. Es el destructor. Promueve la destrucción. Promueve la muerte. Yo vine a dar vida al hombre; no solo vida terrenal, sino vida eterna. No vine a destruir la vida de los hombres, sino a salvarla. ¡Eso demuestra lo diabólicos que son esos espíritus! ¡Se oponen diametralmente a Mi Espíritu! ¡Se oponen a Mí y a todo lo que promuevo! ¡Estos espíritus de anorexia y bulimia promueven la adoración de la carne! Se acercan a Mis hijos y los afectan sutilmente, atrayéndolos con palabras agradables al oído. ¡No son más que promesas huecas!

15. En el caso de algunas personas, el Enemigo se vale del temor; el temor a engordar. Puede que en su familia haya personas que pesen más de la cuenta, y por ello teman que les pase lo mismo, y así el Enemigo se introduce mediante el temor. En el caso de otras, el Enemigo se vale de la negatividad. Aceptan un pensamiento negativo que luego conduce a otros. A veces es porque no se percatan de las tretas del Enemigo y necesitan que alguien se las haga ver.

16. Os dije que en los Días Postreros muchos vendrían en Mi Nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y que a muchos engañarían. Os dije que os cuidarais para que nadie os engañase. Ahora os digo que no solo vendrán muchos profetas y cristos falsos, sino que el Enemigo enviará a muchos de sus secuaces, que tratarán de engañaros y hacer que deis media vuelta y dejéis de servirme, de obedecerme y de cumplir Mi voluntad para vuestra vida. (Fin del mensaje.)

17. (Papá:) Mi amor‚ ¡estas enfermedades -la anorexia y la bulimia- no son producto de la imaginación de nadie! ¡No son sicosomáticas! ¡Son espíritus que provienen de los abismos del Infierno‚ y el Diablo se vale de ellos para arruinar vidas!

18. El Señor ha prometido proteger a Sus hijos, y lo hará, pero no deben dar por sentado que por formar parte del Ejército del Fin del Señor son inmunes a los ataques del Enemigo. ¡No lo son! ¡Son el blanco principal de sus ataques! ¡Son las personas a las que más quiere atrapar! De modo que a la Familia le convendría darse cuenta de que los combates con el Diablo no se pondrán más fáciles; ¡se volverán mucho más intensos!

19. El Señor le ha dado a los hermanos de la Familia todo lo que necesitan para salir victoriosos, para derrotar al Enemigo. ¡Pero tienen que luchar! ¡Tienen que hacer algo! No pueden ser soldados de la retaguardia. ¡Tienen que ser soldados combativos! No hay victoria sin batalla‚ y si están cansados de librar batallas, ¡que Dios nos asista! ¡Han perdido de vista la motivación! ¡Han perdido el fuego!

20. Según la Biblia, ¿para qué apareció Jesús? Para deshacer las obras del Diablo (1Jn.3:8). Nada se puede deshacer quedándose cruzado de brazos. ¡Hay que hacer un esfuerzo! No me refiero a la energía de la carne, ¡sino a la del Espíritu! Aunque a veces hay que levantarse y hacer algo, ¡y para eso hay que emplear el cuerpo físico!

21. Jesús tenía mucha compasión. Sabía que el espíritu está dispuesto pero la carne es débil. Sin embargo, ¡eso no es excusa para evadirse y no hacer nada! La Familia tiene que despertarse y darse cuenta de que ser cristiano no es un llamamiento cómodo. Estoy orgulloso de los integrantes de nuestra Familia. Hay renunciado a todo para seguir al Señor y predicar el Evangelio y han sido fieles. El Señor está muy complacido con su dedicación, lealtad y amor. ¡Son su pueblo elegido! ¡Los ama! Les ha manifestado Su amor y fe en ellos bendiciéndolos con el don de una fe acrecentada y las llaves del Reino. ¡Son los hombres y mujeres para este momento!

22. Sin embargo, para cumplir el destino que les ha preparado el Señor y cortar de raíz la anorexia y la bulimia, ¡van a tener que luchar! ¡Actúen! ¡Algunas de las personas a las que las padecen están tan débiles que no pueden luchar solas! ¡Necesitan ayuda! ¡Necesitan que sus padres, hermanos, compañeros, amigos y pastores luchen por ellas! ¡No den lugar al Diablo!

23. Pueden impedir que esos demonios contagien a otros. ¡La Familia puede plantarse firme! ¡Unidos venceremos! ¡La unión hace la fuerza! ¡Que toda la Familia se una para combatir a esos demonios! ¡Échenlos! Invoquen una depuración para los que la necesitan. Únanse contra el adversario. ¡Ayuden a los enfermos! ¡Pidan oración contra ello en la lista mundial de oración! Levanten bandera contra esos ataques. Pidan al Señor que saque esa plaga de sus filas. ¡Comprométanse a ser sobrios y velar, a resistir al Enemigo, a plantarse firmes en la fe! ¡Pongan la bandera en alto! (Fin del mensaje.)

24. (Mamá:) Como sacaron a relucir el Señor y Papá en los mensajes anteriores, hay una necesidad apremiante de que los pastores, padres, amigos y compañeros ayuden a levantar bandera en el espíritu por los que están siendo atacados de esta manera. No se trata de algo que se desvanece por sí solo con el tiempo o que a la larga se mejora. El Enemigo está tratando de matar o debilitar a algunos de nuestros hijos, a algunos de nuestros obreros, ¡y tenemos que hacer algo al respecto!

25. Cuando alguien llega a un estado crítico [...] hacen falta muchísima oración, consejo‚ fortaleza‚ apoyo y atención para ayudarle a recuperarse. También hace falta fe‚ perseverancia, amor incondicional y enérgico, y por supuesto oración, por parte de otros integrantes del Hogar. No es algo que puedan hacer de paso, mientras siguen ocupándose de sus asuntos como siempre.

145. Les paso a continuación unos testimonios de personas que se han sanado de la anorexia‚ y que nos ayudan a entender mejor los procesos mentales e internos que desata esa enfermedad y ataque del Enemigo. Uno de los testimonios es de Tamar, el otro de una joven de un Hogar misionero y el último llega desde el mundo espiritual, de Karen Carpenter.

Tamar relata su experiencia con la anorexia y cómo la liberó el Señor

146. Me uní a la Familia a los 17 años, pero mi anorexia comenzó a los 15, motivada por los comentarios despreocupados de algunos muchachos, como: «¡Qué muslos!», o «Te estás poniendo un tanto llenita, ¿no?»‚ y el peor de todos: «¿Y tú que eras tan delgadita?»

147. Era tímida e insegura, y hasta cierto punto me gustaba estar sola. Estudiaba dibujo, y debido a esa preocupación artística por el aspecto de las cosas y por que estuvieran perfectas, las apariencias lo eran todo para mí. Aunque mis esquemas mentales y la imagen que tenía de mí misma eran muy negativos, al mismo tiempo estaba obsesionada con la idea de mejorar y perfeccionar mi imagen. Esos comentarios me dejaban por los suelos y me motivaron de inmediato a hacer una dieta muy estricta, dieta que poco a poco me llevó a la anorexia, enfermedad que habría de dominar mi vida durante casi tres años.

148. En ese tiempo era muy poco lo que se sabía o se había escrito de ese trastorno. Mi padre fue el único que me encaró y me planteó la idea de que quizás padecía un extraño trastorno alimentario que él había estado investigando llamado anorexia nerviosa. No es de extrañar que notara que algo andaba mal, pues yo estaba adelgazando con mucha rapidez. Me saltaba el desayuno, tiraba a la basura o regalaba el almuerzo que me llevaba al colegio y luego aparecía simbólicamente a la hora de la cena y comía un poquitín, lo suficiente para no alarmar demasiado a mis padres.

149. Creo que crucé la delgada línea que separa las dietas extremas de la anorexia cuando comencé a sentir que estaba en guerra contra la comida. La comida era mi enemigo, así como todo el que tratara de hacerme comer. Empecé a engañar, ocultar y mentir descaradamente en cuanto a lo que comía y la cantidad que comía.

150. Como no soportaba vomitar voluntariamente, a veces me tomaba botellas enteras de laxante, esperando deshacerme lo antes posible de lo que hubiera ingerido, antes de digerirlo. No me importaba engañar. Lo único queme importaba era alcanzar mi objetivo. Mi vida estaba dominada por el afán de evitar la comida a toda costa. No asistía a encuentros sociales, funciones escolares y ni siquiera salidas sencillas con mi familia o amigos si había que comer. Siempre tenía una excusa para no comer.

151. Luego me fui de casa para matricularme a una academia de dibujo. Ello supuso la libertad para mí; libertad en el aspecto que más me importaba. Podía comer lo que quisiera y tan poco como quisiera sin que nadie me vigilara ni cuestionara lo que hacía. Pasaría el siguiente año y medio en una residencia femenina de estudiantes. Tenía una habitación para mí sola y asistía durante el día a la academia de dibujo.

152. Fue entonces cuando comencé a oír las voces, y a partir de ese momento las oía todo el día. No me dejaban sola, fuera a donde fuera. Me decían que alcanzaría la felicidad siendo sumamente delgada, que esa era la clave para tener una vida amorosa satisfactoria y obtener el amor y la aceptación de los demás. Oía esas voces cada vez que me miraba al espejo. «Sigues muy gorda», me decían.

153. Sobrevivía gracias a una dieta descabellada de frutas, verduras y sopas ligeras. Tenía una libreta en la que anotaba sin falta cada caloría que ingería. Si pecaba comiendo demasiado (por ejemplo una manzana y una zanahoria en vez de solo una zanahoria), hacía ejercicio durante horas o no comía nada en varios días, hasta que me parecía que había expiado mi pecado.

154. Llegué a tal punto que por mucho que adelgazara, aun cuando estaba a punto de alcanzar el peso que deseaba, 36 kilos, cuando me miraba al espejo no veía otra cosa que gordura. No veía más que eso. La más mínima cantidad de grasa, dondequiera que estuviera en mi cuerpo, me decía que no estaba ganando la guerra, que estaba fracasando‚ y me obligaba a seguir adelgazando.

155. La peor parte de mi solitaria existencia era lo sonoras que se hacían esas voces de noche. Como casi constantemente tenía hambre, dormía muy poco y solo a ratos. Para ahogar las voces ponía la radio a todo volumen y la colocaba sobre mi almohada. Cuando las voces se hacían demasiado fuertes‚ me levantaba y me ponía a hacer dos horas de gimnasia en medio de la noche, todo porque había comido una zanahoria antes de acostarme, y necesitaba hacer ejercicio para apaciguar mi sentimiento de culpabilidad.

156. Detestaba el dominio que tenían esas voces sobre mi mente, pero estaba atrapada en un círculo vicioso que me hacía su prisionera. Era esclava de esas voces por mi vanidad, por lo obsesionada que estaba con mi imagen‚ y por mi falta de autoestima, pensar que no valía nada. Les había abierto la puerta y las había invitado a mi vida. La retorcida mentalidad de la anorexia me hacía pensar que esa era la voz de la conciencia, y realmente creía que tenían por objeto ayudarme a alcanzar la felicidad, la perfección y el sentimiento de que valía algo.

157. Como no contaba con la Palabra ni nada que definiera la verdad, era incapaz de apartarme de mí misma o de aquel trastorno y ver la realidad. Mi mente y mi percepción de todo estaban distorsionadas. Era como si viera a través de los lentes de la anorexia, pues lo que veía y creía era muy distinto de lo que veían y creían los demás.

158. Durante los siguientes seis meses subía y bajaba de peso constantemente. En cierto momento llegué a pesar lo que había pesado antes de comenzar a hacer dietas. Llegué a abandonar mis dietas exageradas y comer lo que me servían, pero las voces seguían tratando de convencerme de que volviera a aquel extremismo. Pasaba de un extremo al otro. Me atiborraba durante varios días, y luego me purgaba ayunando durante muchos más. Seguía cautiva de ese yugo.

159. Conviene saber que una chica puede estar en su peso normal y hasta ser un poco más grande que otras, y aun así ser anoréxica. No hay que estar excesivamente delgada para serlo, y lo mismo pasa con la bulimia. Me enteré de eso años después, cuando me di cuenta de que en efecto padecí esa enfermedad. Depende del dominio que tenga esa enfermedad sobre una; de cuanto te hayas sometido a ella, de si ha llegado al punto en que domina todos sus pensamientos y costumbres alimentarias.

160. Gracias a Dios, conocí a la Familia y me libré instantáneamente del dominio de la anorexia. Yo ni siquiera era consciente de que padecía ese trastorno y no le había hablado a nadie de mis costumbres alimentarias, por lo que tardé años en darme cuenta de que había experimentado una liberación milagrosa, de que se había obrado un milagro de la noche a la mañana. Cuando me junté a la Familia estaba tan contenta de haberme salvado y de mi nueva vida de servicio a Jesús y de ganar almas que dejó de importarme la comida. Comía alegremente lo que me servían y ni prestaba atención a lo que era. La comida dejó de ser una preocupación para mí, pues el Señor había llenado mi vida, mi corazón y mi espíritu de todo lo que es importante. Por fin había encontrado verdadera seguridad. Me sentía amada incondicionalmente, y como nunca. Había encontrado una auténtica sensación de valía siendo del Señor y cumpliendo con mi destino como discípula Suya.

161. Se preguntarán por qué pedí oración contra el espíritu de anorexia y su influencia después de que Mamá presentara al Hogar el pedido de Kristen. El Señor me indicó que, si bien me libró del dominio de la anorexia cuando me uní a la Familia, como contraje esa enfermedad y le di lugar durante varios años, sigo teniendo en la sangre algunos residuos de sus bacterias, por así decirlo. Aunque en la actualidad esas bacterias están inactivas, como tengo esa debilidad en el organismo, eso me hace más propensa que otras a la enfermedad. En mi caso, tener esas bacterias no me hace inmune a la enfermedad; de hecho, mi resistencia a ella es menor.

162. No cabe duda de que es algo contra lo que tengo que estar en guardia, así como un alcohólico no puede permitirse entrar a un bar ni tomar siquiera un trago. Esos residuos de la anorexia que quedan en mí no son lo suficientemente fuertes como para hacerme recaer, siempre y cuando no me someta a esa debilidad o inclinación ni deje que mis pensamientos vuelvan a recorrer ese senda negativa. Esa es la parte con la que tengo que cumplir para que el Señor me mantenga libre.

163. Como he sido proclive a eso -en ocasiones he llegado a hacer dietas muy estrictas y hasta exageradas-, sé que la batalla contra la anorexia no es cosa de poca monta. Puede resurgir años después. En mi caso, la clave para no perder la victoria es la sumisión. Tengo que preguntarme: ¿cederé a esos viejos esquemas mentales y mis debilidades en ese sentido, o los resistiré y me someteré al Señor? Como tengo la debilidad de envidiar y sentirme en ocasiones inferior a otras, y como conozco el dominio que puede ejercer la anorexia sobre la mente, sé que probablemente tendré que seguir batallando contra esa debilidad en cierta medida a lo largo de mi vida.

164. De todos modos, doy gracias a Dios por la milagrosa liberación que me dio hace tantos años. Fue casi como un regalo promocional que recibí con el obsequio de la salvación y el bautismo de Su Espíritu. El Señor me dijo que como no tenía la Palabra ni las armas espirituales para luchar contra la anorexia‚ me facilitó las cosas. Obró ese estupendo milagro espiritual por la sumisión que manifesté al renunciar a todo en el acto para seguirlo. Me dijo que cuando me llené de Su Espíritu todos los demás espíritus que no eran de él tuvieron que huir, por lo que en ese momento es espíritu de la anorexia fue atado y echado fuera. ¡Gracias, Jesús, estupendo Salvador y Libertador nuestro, por Tu infinita misericordia y Tu poder para liberar!

Una muerte en vida: historia de una anoréxica

(Todos los nombres de las personas de este relato han sido cambiados. Es un recuento verídico de lo que vivió una joven de la Familia que padeció anorexia de los 14 a los 15 años. Escrito en noviembre de 2000.)

165. -Susie, ¡es hora de levantarse!

La voz de Katie me resonaba en la cabeza mientras me esforzaba por incorporarme en la cama. Aunque no me había levantado, llevaba media hora despierta. De inmediato el cuarto se puso borroso y traté de enfocar.

-Gracias por despertarme -mascullé, mientras Katie salía de la habitación.

-Más me vale levantarme -dije mientras me levantaba.

La habitación comenzó a dar vueltas y oscurecerse.

-No, no -dije, mientras trataba de recuperar el equilibro y empezaba a caminar.

Logré llegar a la cocina, donde me serví un vaso de agua. Vaso en mano, me senté a leer una BN. Al cabo de 45 minutos solté la revista‚ muy molesta. Sólo había podido leer dos páginas.

166. Al pobre lector le parecerá que lo que necesita Susie es un par de anteojos. Pero no es así. Lamentablemente‚ este es un día típico en su vida; es una anoréxica que cada día está peor.

167. El día siguió igual. A la hora del almuerzo, me corté con mucho cuidado media rebanada de pan y le puse encima una cucharada de verduras. Comí bocados pequeños para que durara más. Unas horas más tarde, mientras caminaba rápida y enérgicamente a la casa de mi madre, iba pensando en lo que cenaría esa noche. «Espero que la comida no esté preparada», me dije, «de lo contrario no veré lo que pone». Mientras subía las escaleras que conducían a la puerta de la casa‚ me sentí mareada. Me así a una baranda para no caerme. «No te preocupes», me dije, «cuando subas las escaleras podrás sentarte y comer ».

168. Para mí comer fue cuestión de cinco minutos. Piqué algunas galletas y unos palitos de zanahoria. Conversar era la mejor manera de evitar que la atención se centrara en mi plato, pero empecé a preocuparme, pues me di cuenta de que me estaba poniendo cada vez más refunfuñona.

169. –¡Come con la boca cerrada! -le grité enojada a mi hermanito-. ¡Da asco ver como te chupas esos fideos! ¡Parece mentira que tengas amigos que se sienten a la mesa contigo!

170. -¡Cállate ya! -me respondió mi hermanito.

171. La conversación siguió así durante unos instantes hasta que entró mamá y nos mandó callar a los dos. Me quedé sentada en silencio, absorta por unos minutos, tras lo cual me excusé y fui al baño, donde comencé a vomitar violentamente. «¡Detente!», me grité a mí misma interiormente. «¡No QUIERO vomitar otra vez!» El ácido estomacal me comenzó a subir por la garganta y los ojos se me llenaron de lágrimas. «¿Qué estoy haciendo?», me pregunté mientras con ojos llorosos miraba hacia afuera por la pequeña ventana del baño. «Nunca quise que llegara a este punto. Nunca pensé que llegaría a ser tan... ¡horrendo!» «Pero, no», me recordé a mí misma‚ «cualquier cosa es mejor que sentirse gorda. Ahora al menos siento que mis amigos me quieren, y eso es todo lo que importa.»

172. Me dejé caer en el suelo y enterré el rostro en las manos llorando del agotamiento. Me quedé allí hasta que oí que alguien golpeaba a la puerta. Era mi hermano.

173. -¿Estás bien, Susie? -me preguntó-. No quise ofenderte.

174. Me puse de pie‚ me lavé la cara, tiré de la cadena del inodoro y forcé una sonrisa al abrir la puerta del baño.

-No te preocupes, Simón, estoy bien -le dije tratando de inspirar confianza.

Esperaba que no notara que tenía los ojos rojos e hinchados ni que le tomé la mano para que la mía dejara de temblar. Esa noche, acostada en la cama recordé días pasados. «No siempre fue así», pensé, mientras revivía antiguas experiencias:

175. –¡Por Dios, Susie! ¡Qué trasero tan grande tienes! -dijo Sandy a voz en cuello mientras nos apilábamos en la furgoneta después de hacer ejercicio.

176. -¿En serio? -pregunté en voz alta.

Me sentía ofendida y me preguntaba si tendría que conseguirme lentes bifocales.

177. –Sí... ¡y tus piernas! Si quieres verte robusta o con pinta deportiva estás bien. ¡Pero yo desde luego diría que deberías tratar de adelgazar un poco!

178. Hice un gesto de dolor recordando esas escenas. Al cabo de un rato esos pensamientos se me hicieron insoportables. Me levanté, me puse una bata de baño y salí al balcón‚ desde donde divisaba las luces de la ciudad. A pesar del aire cálido, un escalofrío me recorrió el cuerpo.

-No Susie, no vas a permitir que se vuelvan a decir esas cosas de ti, ¡jamás! -dije en voz alta, tras lo cual me di media vuelta y regresé al dormitorio con renovada determinación.

179. Varias semanas después...

-Susie, ¿estás despierta‚ corazón? –susurró tía Rose.

Llevaba una hora despierta, pero mantenía los ojos cerrados, como si ello evitara que comenzara el día. Finalmente los abrí y con una sonrisa artificial le confirmé a la tía Rose que estaba consciente.

180. Un rato después, contemplé mi figura en al espejo del baño. Sonreí complacida‚ mirándome de un costado y luego del otro. «¡Gracias, Señor, por dejarme ser así!», me dije. «Ya no tengo que sentirme acomplejada cuando me pongo ropa como esta», añadí en silencio mientras me ponía una pequeña camiseta. «A desayunar». Salí del baño dejando la puerta entreabierta.

181. Mi desayuno fue una manzana que me tragué a toda prisa, pues estábamos apurados por llegar a tiempo al encuentro juvenil. El viaje de dos horas en autobús fue una masa de siluetas y figuras borrosas y sin sentido. Los pensamientos que llenaba mi antes ocupada mente ya no estaban presentes; no tenía suficientes energías para enfocar la mirada, mucho menos para pensar coherentemente. En mi caso, la ausencia de pensamientos era una dichosa paz comparada con los horrendos temores que revivía a diario.

182. Había resistido tanto la idea de que a lo mejor lo que me habían dicho otras personas meses atrás no era cierto, que mis temores de engordar se habían vuelto sorprendentemente grandes para mí. Eran mi realidad y pasaba cada momento del día sujeta a su dominio.

183. Cuando llegamos a la casa donde se celebraba la convivencia, mis amigos me recibieron con abrazos, sonrisas y voces alegres. Nos sentamos a conversar, y por un instante pude olvidarme del mareo que se estaba apoderando a toda velocidad de mí.

184. Finalmente llegó la hora del almuerzo. Mientras nos dirigíamos a la mesa, me disculpé por unos instantes y entré precipitadamente al baño‚ y rompí en llanto. Hacía tiempo que ya no sentía los dolores del hambre, pero estos habían sido reemplazados por dolores de cabeza. Era como si algo me estuviera atacando y me obligara a cerrar los ojos por un instante para ver siquiera. Pasé los siguientes diez minutos llorando, arruinando de paso mi maquillaje. Con manos temblorosas, traté de arreglarme y de acomodar mi enmarañado cabello. La sonrisa falsa volvió a aparecer en mi rostro como por arte de magia en cuanto regresé a mi círculo de amigos.

185. El almuerzo se me hizo una eternidad, y la mayor parte de lo que comí fue a parar al inodoro. Me lavé los dientes por quinta vez en cinco minutos.

186. Levanté la vista de mi cepillo de dientes y me quedé sobresaltada al ver la figura de ojos vacíos y oscuros que estaba reflejada en el espejo. «Si no supiera que soy yo, pensaría que se trata de una drogadicta o algo así», pensé. Por sorprendente que parezca, ese pensamiento no me inmutó. «En todo caso, yo no tengo toda la culpa de mi estado», me dije. «Esas chicas con las que vivía siempre me andaban criticando por estar gorda. Si no me lo decían a la cara, ¡lo decían a mis espaldas! ¿Y mis amigas?» Recordé con claridad lo que me había dicho una me mis amigas íntimas, luego de que yo la fastidiara incesantemente para que me dijera la verdad. Me respondió: «No es que estés mal, pero quizá te convendría perder un poco de peso».

187. Ese recuerdo me dolía más que todos los demás, pues me lo había dicha una persona a la que consideraba mi amiga. Si bien el comentario no fue tan ofensivo que digamos, mi mente lo había exagerado, porque me negaba a creer a quienes me decían lo contrario. «Yo misma me lo busqué», me dije mientras tomaba agua, y salí del baño en dirección a la cancha de baloncesto, a donde también iban mis amigos.

188. –Susie‚ estás muy flaca -me susurró una de mis amigas mientras me ataba los zapatos-. ¿Te sientes bien? No te estarás enfermando, ¿o sí?

189. -¿Por qué dices eso? -le respondí, a lo mejor con demasiada prontitud.

190. -Pues... es que cada vez que te veo estás más flaca y...

191. -No pasa nada -la interrumpí-. Estoy bien. Pregúntame cuando me veas en el piso con convulsiones -añadí bromeando.

192. -Eso era todo lo que quería oír -dijo entre risas mientras se levantaba-. Vámonos a las canchas, ¿qué dices?

193. -Vamos –le respondí con una sonrisa.

194. Dos semanas después, los días se habían vuelto muy confusos para mí, así como la mayoría de los acontecimientos. Mi pesaje matinal se había convertido en uno de los pocos momentos destacados de mi jornada. Cuando veo el número que registraba la báscula, me quedé atónita por un instante. «¡43 kilos! ¡Ese es el menor (o mejor) peso que jamás he tenido!» (Esas dos palabras significaban lo mismo para mí en ese momento) «De todos modos, me veo bien», me dije. Los que me rodeaban parecían tener una idea distinta.

195. –Susie, ¡estás flaquísima! -observó la tía Rachel-. Te ves enferma.

196. Me daba cuenta de que al decir enferma, quería decir un extremo como para estar en un hospital, pero me saqué de inmediato la idea de la cabeza. Mascullé una mala excusa y salí del comedor para ponerme más ropa, no con la intención de ocultar el cuerpo, sino para abrigarme, ya que tenía los dedos congelados. «A lo mejor una caminata me despeja la cabeza», me dije.

197. Los siguientes días se entremezclaron en un interminable ritual que consistía en despertarme, hacer ejercicio, descansar y comer de vez en cuando. Recuerdo una que otra cosa de aquellos días. Estaba cada vez más alejada de la gente y de todo. Caminaba tratando de contener las lágrimas, que en todo momento amenazaban con saltárseme. De vez en cuando tropezaba con una sombra‚ ¿o era una persona? Como me estaba distanciando cada vez más del mundo que me rodeaba, mi apariencia dejó de importarme tanto. Tenía los ojos hundidos y las mejillas descoloradas, pero dejé de ponerme la crema de base que empleaba antes para disimular mi aspecto.

198. Era el 6 de octubre de 1999. Me subí a la bicicleta para hacer una hora de ejercicio, como de costumbre.

199. Pero algo no andaba bien. Aunque no podía describirlo, sentía cierta inquietud, un susurro pasajero atrajo la atención de mis poco coherentes sentidos. «No salgas hoy...» Me detuve a evaluar las opciones que tenía. No podía correr, el video de gimnasia no funcionaba y el único otro ejercicio suficientemente vigoroso para mí era salir en bicicleta. «¿Y si dejar pasar tu hora de ejercicio solo este día?», me dijo el susurro.

-¡NO! -exclamé, casi gruñendo ante la sola idea-. ¡No puedo! ¡No lo haré!

Diciendo eso emprendí la marcha.

200. Mientras avanzaba por la carretera, apenas si me daba cuenta de automóviles que pasaban a mi lado como objetos informes. Un niño de doce años que pasaba en bicicleta me silbó. Lo acepté, aunque estaba llena de desprecio hacia mí misma por haber terminado así. Me puse a recordar otras épocas en las que la vida era sencilla y llena de alegría. Entonces no tenía que esconderme tras una sonrisa artificial o una amabilidad falsa para evadirme de los problemas de la vida.

-Quiero alejarme -dije entre dientes.

Comencé a pedalear más rápido. Bajé una pendiente a toda velocidad, pedaleé un rato más y luego di media vuelta para regresar a casa. Esperaba que nadie se diera cuenta de que había pasado fuera una hora de más.

201. Avanzaba a toda velocidad por la carretera y me puse a pensar en las personas que habían hecho torpes comentarios para de convencerme de que me apartara de la cruel forma de vida que me había impuesto. Los comentarios de preocupación por mí se hacían cada vez más frecuentes a medida que me acercaba al peso ideal que me había fijado. La mente me seguía andando a mil por hora. «No vacilan en culparme ahora, ¿pero dónde estaban cuando deseaba ayuda?» Los leves sentimientos de respeto que albergaba hacia los que se entrometían en mi vida habían sido sustituidos por rencor y odio.

-Cuando todavía tenía un aspecto bastante saludable, no decían nada -dije entre dientes.

202. Había tomado una decisión que a diario reafirmaba con un fervor cada vez mayor. Con tono tajante me dije: «Por Dios, ¡tendría que atropellarme un auto para dejar de vivir de esta manera! Me pregunto cuántas calorías habré quemado en comparación con las que había quemado haciendo gimnasia.»

203. 9 de octubre de 1999. Abrí los ojos lentamente y me encontré con la luz cegadora del sol que entraba a raudales por la ventana. Durante unos instantes examiné con desconfianza el lugar en que me encontraba. «Aquí pasa algo raro», me dije. En vez del papel floreado de las paredes de mi habitación veía una pared de color blanco. El cuarto olía como si hubiera sido esterilizado y al poco rato el ligero olor de una sustancia que no alcanzaba a distinguir me llegó a la nariz. Mire mi cuerpo, que estaba cubierto por una bata. Repugnada‚ arrugué la nariz. Mi brazo aparentemente inmóvil me llamó la atención. Lo tenía embotado y me comenzaba a doler. Tenía una gruesa aguja enterrada en la vena y por ella entraba un líquido oscuro.

-¡MAMÁ! -exclamé con algo de vacilación.

Luego grité con mayor volumen.

-¡Que venga alguien!

204. Oí unas pisadas y dejé de gritar‚ más que nada por temor a lo desconocido. Era mamá.

205. -¿Donde estoy? -le pregunté en voz más baja.

206. –¿No lo recuerdas‚ mi cielo? -preguntó mi madre algo extrañada.

207. –¿Qué cosa? –le pregunté, con un recelo que iba en aumento.

208. -Te atropelló un auto, cariño -replicó ella-. Llevas varios días recuperándote aquí. Fue un accidente bastante grave.

209. -Ya lo creo -respondí indignada-. ¿Por qué tengo esta aguja clavada en el brazo? ¿Por qué no puedo mover la parte de arriba del cuerpo?

210. -Sufriste varias fracturas en esa parte del cuerpo -respondió mi madre con firmeza-, y si no te lo tomas con calma‚ estarás aquí más tiempo del que las dos queremos.

211. -Bueno, bueno -dije tranquilizándome-. Es que no recuerdo nada.

212. Mamá procedió a relatarme los sucesos que me condujeron a la hospitalización. Me había atropellado un conductor, y luego le retiraron la licencia. La bicicleta quedó hecha pedazos. Alguien llamó al número de urgencias. Los paramédicos me hicieron preguntas. Me llevaron en ambulancia al hospital. Busqué en mi memoria algún recuerdo de aquel día, pero no recordaba nada.

213. Mamá siguió hablándome:

-El médico te operó, pero ahora tienes dos placas de metal que mantienen unido tu cráneo –terminó de decir mientras se reacomodaba con cuidado en la cama.

214. -¿Y ahora qué? -pregunté, mientras me llevaba a la boca el vaso de agua que estaba junto a mi cama.

215. -El médico llegará pronto a examinarte los huesos y ver cómo se están sanando...

La voz de mamá se fue apagando, haciendo una pausa para la siguiente pregunta.

216. -¿Y? -le pregunté seria y con voz baja.

217. -Dice que pesas muchísimo menos de lo debido y te ha conseguido una cita con una especialista en trastornos alimentarios como el tuyo -añadió en voz baja.

Asentí con la cabeza. Estaba demasiado cansada para protestar. Sonreí levemente por el bien de ella y cerré los ojos.

218. Durante los siguientes días comer fue una de las cosas más difíciles que se me habían pedido hasta entonces. No solo me pedían que ingiriera cantidades de alimento mucho mayores de las que solía tomar, sino que tenía que hacerlo a pesar de tener la mandíbula cerrada con cables por la lesión que había sufrido. Me daban la comida licuada. ¡Que asco! La especialista en alimentación, o la sicóloga, me habló sin pelos en la lengua. Me explicó los detalles y los problemas que afrontan las personas anoréxicas, y lo que es más importante‚ me dijo sin reparos a dónde me conduciría el estado mental que había dejado que se volviera parte de mi vida.

219. -Has estado andando por la cuerda floja -me dijo mirándome directamente a los ojos–, y se ha ido deshilachando a medida que ibas cediendo a la anorexia. Hasta ahora has optado por echar la culpa a las chicas que supuestamente te impulsaron a ella. Pero la decisión es tuya. Susie, tú eres la única responsable de tu estado actual, y tienes la capacidad para cambiar ese esquema mental.

220. Esa afirmación me impactó como un relámpago. Sabía que lo que me había dicho la sicóloga era cierto, y me costó afrontar que en efecto yo misma era la culpable de mi estado. Afortunadamente, lo acepté, y eso dio inicio a los pasitos que me condujeron a la recuperación.

221. Cuando lean este testimonio habrá pasado poco más de un año de mi accidente. Fue un año de recuperación, tanto física como mental. Había llegado a tener tanto temor a la vida y al amor de los demás que me costó aprender a descubrir mi verdadero ser ante ellos, y todavía estoy aprendiendo a hacerlo más plenamente. Todo lo que puedo decir es que es un milagro que haya progresado tanto en un año, pues la anorexia se había convertido en mi forma de vida. Y como seguramente sabrán, esas costumbres de toda la vida son las que más cuesta superar.

222. Sigo sorprendida de haber sido capaz de poner por escrito todo esto, ya que cuando lo intenté hace cuatro meses, me puse a llorar a moco tendido y casi me desmayo (imagínense una sonrisa falsa de oreja a oreja).

223. Por último quiero decir que el camino que he tenido que recorrer ha sido largo y difícil. Me he pasado casi todo el último año volviendo sobre los pasos que me permití dar y que me llevaron por mal camino, el cual casi me conduce a la muerte; no solo sufrí ese accidente, sino que una vez tuve un paro cardíaco y en otra ocasión casi me tienen que hospitalizar otra vez por una caída repentina de peso.

224. Ahora comprendo que la vida es mucho más que la apariencia, y que esa apariencia nunca compensará lo que falte adentro. Aunque en la actualidad tengo que batallar para no sufrir una recaída‚ me doy cuenta de lo que ello significaría: una manera cobarde de evadir el mayor regalo que nos ha hecho Dios: ¡la vida!

Susie (16 años)

225. P.D.: Mientras escribía este testimonio se me ocurrió que a los lectores podría resultarles útil conocer más detalles sobre lo que afrontamos quienes padecemos anorexia o bulimia, así como algunas de las formas en que vemos. Aunque cada caso es distinto, hay ciertas cosas que en general no se deben hacer cuando se trata de ayudar a alguien que se sospecha padece un trastorno así.

1) Conviene no convertir la mesa en un campo de batalla ni abordar el tema en público en lo más mínimo. Atraer la atención frente a los demás hacia nuestro plato de comida, solo hace que nos cohibamos y puede causar mucha tensión por ambas partes. Procuren, más bien, llegar a la raíz de lo que provoca ese aparente cambio de conducta y no se detengan hasta que lleguen al fondo de la cuestión. No basta con arrancar la mala hierba en sí; si no ahondan y sacan la raíz, seguirá estando ahí.

2) Hablar de dietas, comidas que engordan, quién está más gorda o más delgada‚ quien es más bonita y cosas así, puede ser una gran piedra de tropiezo para alguien que se está recuperando de la anorexia. Eran esas cosas las que me motivaban a seguir siéndolo. Me hacían sentir que dominaba hasta cierto punto la situación, pues me daba la impresión de que tenía una ventaja sobre los demás.

3) Apoyen a la persona. Entablen amistad con ella. Háganle saber que la quieren y aceptan COMO ES, no por su apariencia. Es fácil suponer que conocen la solución a nuestros problemas. Necesitamos sentir que nos ESCUCHAN y que podemos decirlo todo. Cuando apenas comenzaba a caer en la enfermedad, en el fondo deseaba que alguien estuviera conmigo para consolarme y darme seguridad. Por eso iba preguntando torpemente a los demás si pensaban que estaba gorda. Comprendo que parece estúpido‚ pero pensaba que si lo hacía tendría más posibilidades de que se fijaran en mí y abordaran mis preocupaciones con cariño. Quería que alguien me oyera y estuviera a mi disposición durante la batalla, alguien a quien pudiera pedir oración sin sentirme incómoda. Los que pasó fue que comencé a odiar a todos los adultos y ASG que me hacían preguntas sobre mi trastorno una vez que estaba como un palillo, pues me parecía que no se habían preocupado cuando tenía un aspecto saludable. Les ruego que sean conscientes de esto. Somos la Familia del Amor, ¿no? ¿Somos capaces de manifestar amor aun a expensas de nuestro programa personal de trabajo?

4) Si están ayudando a alguien a recuperarse, no pueden esperar que lo haga de un día para otro. Recuerdo que me ponía histérica cuando mi madre me servía platos enormes de comida justo después de mi hospitalización; eso me hacía vomitar lo poco que ya había comido. En mi caso lo mejor fue un cambio gradual de costumbres. No estamos acostumbradas a tener mucha comida en el estómago, y comer demasiado a la vez puede hacer que una vomite automáticamente. Por favor, tengan eso en cuenta.

5) Lo más probable es que una vez que quede al descubierto que una persona padece un trastorno alimentario, le parezca que todos los comensales la están observando. Procuren no agravar la situación con comentarios desconsiderados. Eso no hace más que distanciarnos.

6) Por último‚ aunque no por ello es menos importante, procuren tomarse el tiempo de leer algo con nosotras. No conocerán el gran efecto que ello tiene hasta que no lo intente. Tengan la seguridad de que la Palabra y mi vínculo con Jesús fueron lo único que me sostuvo y me sigue sosteniendo para que no vuelva a caer.

7) No nos den por imposibles. Los necesitamos y anhelamos su amor y aceptación, aun cuando parecemos casos perdidos. Sus oraciones todavía pueden cambiarnos.

Mensaje de Karen Carpenter

Karen Anne Carpenter (1950-1983) y su hermano Richard abandonaron sus estudios universitarios en los años sesenta para formar un dúo y dedicarse a cantar. Su primer álbum no tuvo éxito. El siguiente disco sencillo que produjeron, aparecido en 1970, llegó al número uno y se convirtió en su primer disco de oro. A lo largo de los seis años siguientes produjeron una serie de grandes éxitos.

Durante esos años Karen contrajo anorexia. En 1975, su peso había bajado a 36 kilos y estaba demasiado enferma para cantar y tocar.

En noviembre de 1981 Karen se mudó a Nueva York a fin de someterse a un tratamiento contra la anorexia. Un año después, anunció que se había curado y regresó a California. Sin embargo, tres meses más tarde, pasó la noche con sus padres y a la mañana siguiente su madre la encontró inconsciente en el piso. La hospitalizaron, pero no fue posible reanimarla. Su muerte se atribuyó a un paro cardíaco provocado por la anorexia.

226. (Karen Carpenter:) Algunas de ustedes habrán leído el artículo sobre mí que se publicó hace un tiempo en la revista Free Zine (Zine 32), sobre la anorexia que padecí‚ pero espero que no les moleste que dé más explicaciones al respecto. El Señor me pidió que les pasara algunas de las lecciones que aprendí entonces. Espero que sean de utilidad a las que padezcan ese trastorno o tengan inclinaciones en ese sentido.

227. Mis lecciones se resumen en esto: la búsqueda de la propia perfección. Yo era una de esas personas a las que les gusta que todo se haga bien, y no solo bien, sino a la perfección. Pueden preguntárselo a las personas que trabajaron conmigo durante mi vida artística. Tenía un don valioso, pero siempre quería estar segura de que lo hacíamos bien todo. No tiene nada de malo hacer las cosas bien. El peligro está cuando se tiene una obsesión en ese sentido y se convierte en un esfuerzo carnal que lo abarca todo. Una no ve más que los defectos, las imperfecciones, las partes en las que se equivocó, y procuro que todo quede perfecto.

228. Tener una actitud negativa de ti misma y de lo que haces no es bueno en modo alguno. Si piensas así‚ por perfecto que sea lo haces a los ojos de los demás, nunca te parecerá lo suficientemente bueno. Es como si asumieras toda la responsabilidad de lo que haces, de tus actos y de tu apariencia‚ y al poco tiempo quedas atrapada en la vorágine de la cautividad del Enemigo. Él es quien más insiste en decirte lo imperfecta que eres y en que debes esforzarte por alcanzar la perfección. Además, hace hincapié en que te esfuerces sola, sin la ayuda de nadie más, y menos aún del Señor.

229. El resultado de una vida así es que terminas deprimida, nunca estás satisfecha contigo misma ni con nada de lo que haces, y vives esforzándose por alcanzar la perfección, ya sea en el trabajo o en cuanto a tu cuerpo. Luego comienzas a fijarte en quienes te rodean y a pensar en lo equivocados que están o lo imperfectos que son. Mientras tanto, el demonio de la anorexia te tiene encadenada y te lleva al borde de la destrucción, de la muerte‚ y por mucho que luches no haces más que debilitarte cada vez más, hasta que él gana y tú pierdes.

230. Esa es una de las razones por las que todas ustedes que conocen al Señor y tienen el privilegio de haber sido educadas en Sus Palabras deben sentirse agradecidas. El Señor y Su Palabra pueden romper las cadenas y librarlas. No solo eso; tienen a su disposición la oración y asistencia espiritual que Él es envía de buen grado. Él puede transformarlas por completo, renovar su entendimiento, transformarlo y ayudarles a cultivar nuevos hábitos que reemplacen a los viejos.

231. Yo no estaba contenta con mi apariencia. Es cierto que los comentarios crueles y poco amorosos no me ayudaron, pero el meollo de la cuestión era que yo misma no estaba contenta con mi apariencia. Pensaba que era poco agraciada, y consideraba hermosas a las mujeres que me rodeaban.

232. Cuando dejé la Tierra el Señor me reveló algo que no había notado y que el Enemigo se había esforzado por ocultarme cuando estaba allá: que la mayoría de la gente de la Tierra no tiene la apariencia que el Sistema considera hermosa. La mayoría de la gente no se ajusta a la imagen que tiene el Sistema de lo que es una mujer hermosa o un hombre guapo, y que se difunde en las revistas, las películas, la TV y los carteles publicitarios de todo el mundo, ¡con los cuales trata de convencer a todos de que eso es lo normal!

233. ¡No hay tal cosa! ¡Es un engaño! ¡Es una farsa! ¡Una campaña directa contra Dios! ¿Qué les parece? ¡Esas imágenes de supuesta belleza y sensualidad son patrañas! Las personas que se ven así son muy contadas, y esa no es su apariencia natural. Sus estándares son los del hombre, se ajustan a las opiniones y la perspectiva del hombre, que están sumamente influenciadas, teñidas y dirigidas por el Diablo. El hombre se fija en las apariencias‚ y el Diablo también. ¡Gran parte de esa apariencia ni siquiera es real! Esas personas se ven perfectas gracias a la ayuda de las cámaras, las computadoras y maquillaje. ¡De modo que lo que se ve ni siquiera se ajusta a la realidad!

234. ¡El Diablo tratará de que ustedes también se concentren en las apariencias! Pero Dios se fija en el corazón, el espíritu y el verdadero ser de la persona. Cuando más traten de ser perfectos en al carne‚ en lo que sea que hagan, más se alejarán del mundo espiritual y de como Dios quiere que sean.

235. Con esto no quiero decir que Él no quiera que las personas se cuiden, ni mucho menos. Pero, ¿no se han dado cuenta de que algunas de las personas que consideran atractivas o guapas‚ no lo serían forzosamente si las juzgaran con su mente carnal? El secreto es el Espíritu. Es el Espíritu lo que te hace verdaderamente atractiva o bonita. Sin embargo, tanto a los hombres como a las mujeres les cuesta ver eso, pues viven en un mundo físico y los modos de obrar del espíritu no les resultan tan evidentes. Ustedes que están en la Familia se cuentan entre los que más conocen el mundo espiritual y sus caminos, son algunas de las personas con mayor mentalidad espiritual, y de todos modos les cuesta ver eso.

236. Yo he aprendido que ello se debe a que la carne lucha contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Para el ser humano someterse al plano espiritual representa una lucha constante‚ y la única manera de lograrlo es mediante el poder milagroso de Dios. Tienen que desearlo; tienen que tomar medidas para incorporarlo a su vida, pedir ayuda al Señor. Pero es posible, y ustedes que han sido llamados a integrar el Ejército del Fin del Señor son muy privilegiados. Han recibido tanta verdad, tantas revelaciones y tienen tal acceso al poder de Dios que poseen los medios para convertirse realmente en como Él quiere que sean Sus hijos.

237. Ojalá hubiera comprendido que no tenía que ser perfecta ni verme perfecta, según mi concepto de la perfección. No caí en la cuenta de ello hasta que ya era tarde. Sin embargo, los de la Familia, no tienen que darse cuenta de eso. ¡Pueden ser perfectas hoy mismo, ahora mismo! ¡Con la gracia de Dios les basta! La fortaleza de Él se perfecciona en la debilidad de ustedes. ¡Su gracia las perfeccionará! Acepten hoy mismo Su gracia. ¡Olvídense de las obras de la carne y serán libres! Gracias por dejar que les transmita estas enseñanzas. ¡Que Dios los bendiga a todos! (Fin del mensaje de Karen Carpenter.)

Baco desenmascarado

CM 3402:153-174, BN en línea nº4

Dietas y tendencias extremistas

153. (Mamá:) Una de las formas en que se manifiesta la influencia de Baco es en las dietas extremas y los trastornos de la alimentación. Tanto Pan como Baco intervienen creando falsas ilusiones en la mente de las personas que sufren esas enfermedades.

154. Ruego a quienes batallan con trastornos de alimentación que acudan al Señor en busca de consejos para librarse. ¡Pídanle que saque a la luz las maquinaciones que emplea el Enemigo en su vida! El Enemigo está resuelto a acabar con ustedes, ¡o por lo menos a hacerlos tan infelices y a que preocupados por ustedes mismos que no puedan aportar nada al Señor ni a Su servicio!

155. Los queremos y necesitamos mucho a cada uno de ustedes, ¡y no podemos darnos el lujo de perder siquiera a uno por esa espantosa maquinación del Maligno! ¡Por lo que más quieran! ¡Esto no es un juego! ¡Vean al Enemigo tal cual es y pónganse a luchar!

156. (Jesús:) El deseo de volver corriendo a tu muleta de hacer dieta para sentirte más segura de ti misma es una forma muy importante que tiene Baco de obrar en tu vida. Pan lo empieza deprimiéndote, y luego Baco te llama. Con sus tentáculos, te atrae para que vuelvas a la porquería y el fango de hacer dieta, a ese círculo vicioso. Has ido cortando sus tentáculos, luchando y orando, y debes seguir haciéndolo.

157. Pero la verdadera victoria está en superar el dominio que ejerce Pan en tu vida; entonces podrás mantenerte totalmente apartada de Baco. Baco ejerce un fuerte poder sobre ti en el aspecto de las dietas para adelgazar, pero solo cuando dejas entrar a Pan, pues quien entra primero en tu vida es Pan. Luego, una vez que has abierto la puerta a Pan, empiezas a sentir que te rodean los tentáculos de Baco. Si no los combates, nuevamente quedarás atrapada. Cuanto más se queda agarrado, más fuertes y gruesos se vuelven sus tentáculos, hasta que te tiene otra vez subyugada.

158. Has llegado hasta aquí por fe; ¡no lo dejes entrar! Mantén a raya a Pan por medio de la oración y la imposición de manos, y así verás que obtienes una victoria total por haber tenido la fe y haber estado dispuesta a pedir, buscar, llamar y recibir el poder curativo que pongo a tu disposición.

159. Tu inclinación natural es llevar todo lo que hagas al extremo, aferrarte a lo que quieres y hacerlo cada vez más, sin parar. Baco también emplea eso en tu vida. Comienza como algo que es parte de tu naturaleza, lo cual‚ aprovechado para bien es un instrumento útil en Mi mano, pues tienes espíritu‚ fervor y empuje para hacer lo que se te dice o lo que sabes que quiero que hagas. Lo haces de todo corazón. Pero al mismo tiempo, si no se emplea para bien, sino con fines autodestructivos, se convierte en un gran impedimento en tu vida y hace que tu relación conmigo, tu salud física y tu vida se vuelvan insoportables.

160. Debes orar siempre antes de tomar toda decisión. Así estarás segura de que es conforme a Mi voluntad y no lo llevarás muy lejos, ya que tu debilidad es ser extremista. No sabes tener moderación. Lo viste claro con tu anorexia: Una vez decidiste hacer una dieta exagerada, y al cabo de unos meses casi terminas muerta.

161. Tienes que andar con oración y no dejar que Baco se aproveche de ese aspecto de tu vida de dedicar toda tu voluntad, energías y tiempo a algo determinado, algo que a Mí me gustaría aprovechar como un punto fuerte pero que el Enemigo quiere usar para acabar contigo. Mantén el corazón fijo en Mí y evalúa conmigo todas tus acciones y pensamientos, todo lo que hagas. Así tendrás la seguridad de que no llevas nada al extremo, y te ayudaré y te mantendré en vereda hablándote o haciendo imposible que te vayas al extremo en la dirección indebida.

Recuperación del dominio que ejercía Baco por medio de una adicción a un trastorno alimenticio

162. Hasta ahora has guardado un huddersfield en el corazón. No te has sometido totalmente, y por ende no has sido capaz de echar mano de la victoria total que te tenía preparada y hacerla tuya. Todas Mis promesas están sujetas a condiciones. Así como quieres el poder total de las llaves a fin de aprovechar plenamente Mis recursos del mundo espiritual y recibir toda Mi fuerza angélica que te ayude en esta batalla, primero tienes que dar el paso de someterte y recibir. Esa es la condición para obtener el poder.

163. Esos dos impostores (Pan y Baco) te han acosado. Esos dos demonios‚ aunque vienen disfrazados de ovejas‚ han sido bestias devoradoras, tanto de tu espíritu como de tu cuerpo. Los dos te han atacado con saña en el terreno de la mente, te han llenado los pensamientos‚ y los dejaste entrar a sus anchas. Al principio no los notaste, y en consecuencia no te esforzaste por conseguir ayuda ni por limpiarte enseguida.

164. Tenías la mente obnubilada por los caminos de la carne y les diste cabida, pues eran engañosos. A ti no te parecían tan dañinos; en ese momento‚ estabas debilitada en tus convicciones.

165. Y como eras débil en Mi Palabra‚ se aprovecharon y ya llevan mucho tiempo haciéndolo. Otras pequeñeces contribuyeron también a que se agravase mucho este mal: otras influencias u opiniones ajenas. También contribuyeron los caminos de otros. Fallaste al no sopesarlos y medirlos por el patrón de Mi Palabra, discerniendo lo bueno de lo malo. Cultivaste cada pensamiento, cada idea.

166. Absorbiste de cada duda‚ cada visión, y al final se hicieron parte de ti. Y por eso, está claro por qué ahora es mucho más difícil combatir espiritualmente. Todos esos espíritus que dejaste entrar se creen ahora con derecho a estar dentro de ti y ser parte de ti, distorsionando tu visión y causándote confusión mental.

167. Pues sí, incluso a veces querrás que se queden porque te resulta agradable. El Maligno actúa de forma muy engañosa y astuta; por eso, debes estar muy en guardia, muy alerta a sus tretas y sus malévolos planes. Te has quedado muy confundida y ya ni siquiera sabes qué creer.

168. Ya no puedes ver con claridad Mis normas para llevar una vida saludable y observar una alimentación sana, pues ves las cosas como ellos, como las ve el mundo, con una perspectiva muy tergiversada y contraria a como creé y dispuse que fuera la vida y fueran vuestros cuerpos: un sacrificio vivo, santo y agradable a Mí, que es vuestro culto racional. Por eso, pasas por temporadas en que no quieres comer por temor a aumentar de peso. Y un tiempo después, engulles de todo y te sientes totalmente descontrolada.

169. No eres dueña de ti misma‚ pues esas bestias se han apoderado de partes de tu vida que estaban descuidadas y llenas de orgullo, de amor propio, de inhibiciones, de ti misma, de esfuerzos personales y de egoísmo.

170. Por ahora, tienes que aceptar Mi voluntad por fe y por la fe, instrucción y consejos de otros. Así obtendrás curación y sumisión totales. ¿Te someterás ahora y dejaras de aferrarte? Esa es la sumisión total de que he hablado.

171. Ahora debes esforzarte por ver como veo Yo y estar dispuesta a admitir tu necesidad de aumentar de peso y recuperar fuerzas dedicando más tiempo a parar a descansar, así como aceptando la ayuda de otros. No has sido capaz de lograrlo por tu cuenta, pues insistías en conseguirlo por ti misma.

172. Ahora tienes que humillarte totalmente y mantener el corazón y la mente limpios de las mentiras y distorsiones del Enemigo, y aceptar lo que te digan los demás. Ni siquiera trates de comprenderlo o razonarlo; acepta por fe que es verdad y es la palabra eficaz con que te instruyo. Eso será lo que lleve a cabo tu plena curación.

173. Amada Mía, toma estas medidas sencillas de recuperación si deseas la curación y la limpieza total de las que te hablo:

·Apaciéntate de Mis Palabras cada vez que veas que te viene un pensamiento negativo.

·No basta con que cites un poco las Escrituras; tienes que luchar con todas tus fuerzas. No querrás enviarlos al fondo de la propiedad, sino al fondo del mar.

·Convoca a tu grupo de apoyo para que ore frecuentemente contigo, para que te apoye en la lucha.

·Cada pensamiento que te venga, sácalo a la luz sincerándote para no darle oportunidad de regresar. Eso lo destruirá en el momento.

·Te asaltarán muchos pensamientos, pues el Enemigo es despiadado y tenaz‚ pero cada vez será diferente. Por eso, es tan importante que confíes en Mis Palabras cuando te diga que es una vanidad ilusoria. Has sido incapaz de distinguir el bien del mal, pues estabas confundida, pero Yo te lo aclararé.

·No comiences a cuestionarlo ni a tratar de comprenderlo; mándalo lejos de inmediato.

·La victoria está en que puedas empezar a ver y te des cuenta de cuándo se trata de una mentira y es el Enemigo que entra.

·Si hace que te sientas infeliz y deprimida, si te pone a pensar en ti misma, sabes que no está bien ni proviene de Mí. Si te fomenta el orgullo, si te impide someterte a la ayuda, consejos e instrucción de los demás, no proviene de Mí.

·Lee Mis Palabras y empápate de ellas. Nunca sientas condenación por hacerlo, pues será tu salvavidas. Tienes que hacerlo por más que no tengas ganas, por más que te parezca que no tienes tiempo, por más que no lo entiendas.

·Reserva momentos para la oración de intercesión, para rogar por otros clamando a Mí de todo corazón.

·Pasa momentos tiernos conmigo en el lecho de amor. Quiero oír tu clamor, tus sentimientos y anhelos más profundos. Aunque los veo, quiero que me los expreses verbalmente‚ hasta las palabras más sencillas que te resulten más naturales. Veo tu franqueza, aunque no dispongas del vocabulario preciso. Expresarlo de palabra ocupará tu mente, tu corazón y tu boca, de forma que no quedará espacio alguno para el Enemigo.

·Dejar tiempo para esparcirte con los demás también ayudará a mantenerte la mente ocupada para que no pienses en ti misma. Aunque sientas la tentación de considerarlo una pérdida de tiempo, te digo que sin duda vale la pena. Mostrará que crees y confías en Mí, en Mi poder para que Yo me encargue de todo lo demás.

·Desde luego, primero debes pedirme la confirmación a cada plan‚ pues no querrías que fuera una evasión que te apartara de Mi voluntad suprema y el mejor plan que tengo para ti. Si eres fiel sometiéndote en esto, te bendeciré con momentos felices y ocasiones alegres con otras personas, experiencias llenas del espíritu.

·Tu plan de trabajo o tu horario pueden estar bastante revueltos. Tendrás que prescindir de tus ideales y planes tan organizados. El paciente hospitalizado no tiene ningún plan. Se te dirá que vayas a descansar y te pases un tiempo sin trabajar, cuando tal vez preferirías dedicarte a tu trabajo de escritorio. Podrías empeñarte en mantener la mente ocupada con la computadora, pero puede que Yo te pida que renuncies a ello por un rato. Eso, amada Mía, es someterse y optar por la humildad, por lo que te pido, pues sé que te hará bien.

174. Si eres fiel renunciando de buena gana a lo que te parece mejor, te daré lo que anhela tu corazón haciendo que ocurra lo óptimo. Yo doy lo mejor de lo mejor a los que me dejan elegir a Mí, ¿recuerdas?

Sin rodeos, 7ª parte

CM 3506:57-75, BN 1095

¿Salud u obsesión?

La cuestión:

57. (Mamá:) Aunque la Palabra ha hablado de la mentalidad que asocia delgadez con hermosura, lo cierto es que muchos siguen pensando así, o al menos lo parece. Es verdad que es malo para la salud pesar más de la cuenta. Sin embargo, no se ve que algunas personas tengan un equilibrio muy sano en lo que se refiere a distinguir lo que es estar saludable de lo que es excesiva gordura o flaqueza. Conviene preocuparse por mejorar si en efecto algo está mal o concentrarse en los puntos flacos para estar un poco mejor, pero esforzarse tanto por tener el cuerpo perfecto conduce con frecuencia a excesos que no son del Señor‚ y hasta puede abrir la puerta al Enemigo y convertirse en una obsesión.

Lo que piensa Dios:

58. (Jesús:) Si quieres conocer Mi voluntad para ti y saber si simplemente llevas una vida sana o te dejas arrastrar por una obsesión en cuanto a mejorar tu cuerpo y mantenerte en forma, lo mejor que puedes hacer es preguntármelo con corazón abierto. O si se trata de algo sobre lo que tienes opiniones muy cerradas‚ sería prudente que pidieras a otro que también me consultara al respecto. He dejado muy claro tanto en la Biblia como en las Cartas que es importante para Mí que te mantengas en forma y tengas buena salud. Es parte de cuidar de Mi templo. El ser humano no fue creado para que se pase el tiempo comiendo y engordando perezosamente sin hacer nada más. Quise que llevara una vida activa en la medida de lo posible, y quiero que aspires a vivir así.

59. Eso sí, hay que tener un equilibrio, y lo sano tiene un límite, y algunos se pasan de la raya y comienzan a ceder a los espíritus del Enemigo, espíritus de orgullo, vanidad, autoglorificación‚ depresión, negatividad, anorexia o bulimia. A algunas les cuesta, por ejemplo‚ saber qué está bien y qué está mal; qué dietas son sanas y aceptables para estar en forma y saludable y cuándo se pasan de la raya porque están demasiado llenas de ideas mundanas sobre belleza y perfección. Les cuesta saber si hacen ejercicio a fin de estar en forma para servirme‚ o si lo hacen solo para perfeccionarse y glorificarse a sí mismas.

60. Hay muchas formas de saber dónde está el límite y cuál es la actitud correcta en estos aspectos. La más importante, claro está, es pedirme que te diga cómo andas en ese sentido, si necesitas hacer un poco más de ejercicio y comer un poco menos, o si es mejor que no hagas tanto ejercicio y comas un poco más, o si debes seguir como ahora y no pensar que tienes que superarte continuamente o mejorar tu alimentación o ejercicio. Puedo decirte si estás infringiendo Mis pautas siendo demasiado perezosa o inactiva‚ o si te estás adentrando en terreno peligroso por dar demasiada importancia a esas cosas. A veces es necesario que mejores hasta cierto punto, pero luego llega un momento en que es suficiente y puedes parar.

61. En esta época de discipulado y responsabilidad, no hay nada que necesites más que Mis Palabras personales. Así no basarás tus actos en lo que hagan otros o lo que diga el mundo, sino que me escucharás, me pedirás instrucciones y harás lo que te diga. El cuerpo y la manera de mantenerlo en forma es un asunto muy personal y delicado para muchos. Yo lo sé, y puedo darte consejos personalizados sobre qué hacer y cómo hacerlo, señalarte los peligros y brindarte una buena orientación. Pero es preciso que tengas una actitud abierta a dichos consejos; tanto a los que te dé Yo como a los que te den tus pastores y compañeros terrenales para ayudarte. Si no quieres abrir tu conducto, plantearme lo que tenga que ver con tu peso y tu cuerpo y consultarme con relación a tu salud, tu ejercicio y tus ideas de la belleza y lo que debes hacer para lucir bien, es señal de que en algún sentido hay un desequilibrio.

62. Si estás demasiado a la defensiva en todo lo relacionado con la salud, el cuerpo o el ejercicio, te falta equilibrio por algún lado, y eso debería ser una señal de que necesitas ayuda, de que debes buscarme, leer Mi Palabra, liberarte de actitudes mundanas y adoptar Mis actitudes celestiales, que me permitan pastorearte personalmente en ese aspecto de tu vida, tanto con palabras personales que te dirija como por medio de toda ayuda y pastoreo terrenal que considere apropiado impartirte.

63. Otra forma de ver si obras conforme a lo que deseo para ti o si te has llenado demasiado del mundo es ver lo tolerante que eres con tus imperfecciones. Mi ideal es que estés sana, activa‚ en forma y me seas útil, no que estés físicamente perfecta desde el punto de vista del mundo. Es que a Mis ojos no hay una definición singular de perfección. Lo capaz que seas de aceptar que probablemente siempre habrá aspectos de ti con los que no estés del todo a gusto puede indicarte si eres capaz de aceptar Mi punto de vista o si tus pensamientos siguen contaminados con el concepto de perfección que el mundo quiere imponerte a la fuerza.

64. Si te ciñes a un programa moderado de ejercicio y alimentación, aunque haya partes de tu cuerpo que no te parezcan perfectas, seguramente tu actitud es la correcta. Si eres capaz de hacer ejercicio con regularidad‚ pero sin pasarte de la raya‚ es probable que estés bien. En cambio, si al haber aspectos de tu cuerpo que no te gustan te obsesionas y te excedes con ejercicios y dietas‚ te falta equilibrio y tus pensamientos no se ajustan a los Míos.

65. Todo el mundo tiene algo en su físico que le gustaría que fuera distinto, y aunque alguna parte de ti no te agrade mucho, si eres capaz de seguir sirviéndome y no preocuparte por ello ni dejar que ocupe demasiado tus pensamientos, estarás bien. Lo malo es que se convierta en una pasión y una obsesión que te consuma.

66. Otra forma de evaluar el asunto es preguntarte cuánta importancia das a lo relacionado con tu alimentación y el ejercicio que haces. En líneas generales, ¿eres capaz de comer lo que te ponen por delante dando gracias? ¿O hay algunos, o muchos, alimentos que te niegues a comer? No porque te sienten mal, sino porque crees que perjudicarán tu figura en algún sentido. En algunos casos será cierto; hay quienes en efecto han engordado demasiado y deben tener más cuidado con lo que comen. Sin embargo, hay muchos que tienen un cuerpo fuerte, saludable y hermoso, y seguirán así si se ciñen a los límites sanos de la moderación al comer y hacer ejercicio, pero se fijan en los parámetros mundanos y se vuelven tan quisquillosos que no solo afectan su estado mental y de salud‚ sino que dan mal ejemplo y pueden afectar también la salud y el estado mental de los demás.

67. ¿Qué pasa cuando te pierdes tu hora diaria de ejercicio? ¿Se te hace un problema monumental? ¿Te motiva a hacer lo que sea por reponerla por muchas otras cosas que tengas que dejar de lado? ¿Te arruina el día tener que saltarte el rato de ejercicio? Una vez más, es cuestión de equilibrio. En el caso de algunos, me gustaría que fueran más fieles en cumplir con los requisitos de ejercicio. En el caso de otros, si surge algo en su servicio a Mí que les hace perderse de vez en cuando su rato de ejercicio y les cuesta mucho aceptarlo, probablemente estarán demasiado adictos a su programa de ejercicio, y ello puede deberse a que tratan de alcanzar cierta perfección corporal que no es natural o no se ajusta a Mi voluntad para ellos. O quizá la apariencia que tienen o desean tener esté bien, pero deba tener menos importancia para ellos y bajar un poco en su escala de prioridades. Debes tener un sentido más atinado de lo que es importante, más equilibrio‚ y no ser tan rígido en tus planes y programas.

68. Mi consejo para todos es que se fijen en las señales para ver si cumplen Mi voluntad. Se encuentran en la autopista de la vida, y Mi voluntad para ustedes en cuanto a ejercicio y buena forma está indicado en Mi Palabra como las señales que indican el límite de velocidad. Mis señales fomentan la salud y estar en buena forma, pero también recomiendan la moderación. Lo que deben hacer, hijos Míos‚ es fijarse en el velocímetro para ver si van a la velocidad permitida. ¿Están sobrepasando Mis límites? ¿Van demasiado lento? Deben avanzar según Mi voluntad, sin atrasarse ni adelantarse.

69. El velocímetro son las Palabras de orientación que les dirijo, los avisos que les doy interiormente, la prueba de comer lo que les pongan por delante‚ la de perderse su hora de ejercicio, así como los consejos y recomendaciones de sus amigos y pastores. Eso les indica cómo van. Escuchen a quienes los rodean y escúchenme a Mí, y examinen su corazón. Si quienes los rodean insisten en que cumplan el tiempo mínimo de ejercicio que prescriben los Estatutos, hagan caso. Del mismo modo‚ si los que los rodean les advierten que quizá se estén pasando un poco de la raya, ya sea haciendo demasiado ejercicio o no comiendo lo suficiente, tómenselo en serio y háganles caso.

70. El primer paso siempre debe ser pedirme instrucciones personalizadas. Esas otras cosas son como las siete maneras de conocer Mi voluntad; son métodos que les ayudarán a determinar a qué nivel aspiran: al Mío de la moderación o al mundano de la vanidad y la obsesión con uno mismo, o a la pereza.

71. Esto siempre será una decisión personal, un asunto del corazón. Aunque afecta su cuerpo físico, no puedo implantar un buen modelo a base de normas. No puedo decir en los Estatutos que todos deben pesar tanto, que deben consumir determinada cantidad de alimentos y hacer tal cantidad de ejercicio. Cada uno es diferente. Desde luego no deben permitir que el mundo les dicte cómo deben ser, ya que puede no ser Mi voluntad para ustedes, y en la mayoría de los casos, nunca lo será. Su misión es conquistar el mundo para Mí y difundir Mis Buenas Nuevas de amor a tantos como puedan. Los necesito con el estado físico suficiente para llevar a cabo esa misión, pero tampoco pueden estar tan obsesionados con ello que se vuelva su principal preocupación en la vida.

72. La solución es ser moderados. La solución es consultar Mi Palabra escrita y las Cartas sobre el tema, escucharme y obedecer las Palabras que les dirija. No me excluyan en este aspecto de su vida. Dejen que los asesore y les indique cómo pueden obrar aún mejor y ser aún más felices. No dejen que nada les robe la alegría presionándolos de una forma que no se ajuste a Mis principios. Esfuércense por librarse de la presión que les impone el mundo en esos aspectos y por ajustar sus pensamientos a los Míos; así tendrán un buen equilibrio, en lo cual me deleito.

En resumen:

73. (Mamá:) No hay reglas estrictas que tengan que cumplir en cuanto a peso y alimentación. De todos modos‚ el Señor ha dado varios buenos indicadores para evaluar cómo están: Su Palabra escrita, Su instrucción y Su voz profética, el pastoreo y los consejeros inspirados, la medida en que se muestren abiertos a Sus consejos e instrucción, la importancia que tengan para ustedes esas cuestiones relacionadas con alimentación y ejercicio, lo fácil que les resulte hacer ajustes y ser flexibles cuando sea necesario, cuánto comen lo que se les pone por delante y, por supuesto, otros como la Palabra escrita y examinar su corazón.

74. Sé que los temas de la alimentación, el ejercicio y la apariencia física pueden parecer triviales y sin trascendencia, algo que no amerite mucha preocupación. Sin embargo‚ el Enemigo los odia a ustedes. Detesta su servicio amoroso y abnegado. Detesta lo que logran por el Señor y se vale de cualquier cosa para ponerles trabas‚ lastimarlos y hacerlos sufrir. Cuando se apartan de los límites sanos que ha impuesto el Señor en este aspecto -como en cualquier otro-, el Enemigo tiene más margen para atacarlos y puede introducirse más fácilmente. Por eso, procuren que ese aspecto de su vida se ajuste a los principios de la Palabra y las exigencias que debe cumplir el discípulo. Si tienen debilidades en ese sentido, pidan oración y medidas de protección y esfuércense por superar el orgullo, que tratará de motivarlos a salirse de los límites sanos. Así contarán con la bendición y protección plenas del Señor.

Promesa de las llaves:

75. Invoca las llaves de la salud espiritual y pon la salud de tu espíritu por encima de la de tu cuerpo físico obedeciéndome‚ amándome y agradándome antes que nada. Sí, tu salud física, energías, apariencia y testimonio mejorarán al mismo tiempo.

© La Familia Internacional‚ 2006